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Jodida.

Mil y una veces, jodida. Así ha quedado Kim Ye-Won. Ella lo sabe, lo reconoce, lo comprende y lo vive, sin embargo, no sabe explicarlo, no sabe darlo a conocer. ¿Quién podría entenderla? ¿Quién entendería su oscura mente? Nadie, porque hasta la persona que ha soportado tanto para estar junto a ella, esa misma persona emprende a cansarse de su silencio, de su aislamiento.

Otra copa de coñac lleva a la boca, ¿es la quinta, la sexta? No lo recuerda, solo sabe que ha estado bebiendo con el estómago vacío, solo líquido del fuerte es lo que ha estado comiendo por ese día; alcohol.

—Demuéstrame qué tan fuerte eres, hija mía.—

Ojalá pudiese olvidar. Olvidar así como trató de olvidar los recuerdos de su infancia.

—¿Te los follas? ¿O te lo follas?—

Dos opciones tenía, una que le causaría remordimiento, y otra que sería solo un trago amargo. ¿Y qué mejor que un trago amargo? El cual se desvanece luego la sensación con el tiempo.

Follarse a algunos Alfas no era algo complicado de hacer, sí cuando iba a su burdel favorito eso era lo que hacía; follarse a MinJi hasta el cansancio. ¿Pero a un pequeño? Eso jamás ha pasado por su mente, retorcida es, oscura, sádica y malvada, pero jamás podría ser eso; un violador de pequeños.

—Me violaste.—

Dentro de sí, aún está la duda de si lo hizo o no, ¿alguien disfruta una violación? Esa pregunta siempre la tendrá en su mente. Cegada estaba por la ira, los celos, la posesión, tanto así que tomó a la fuerza al que en ese momento es oficialmente su Omega. Y aunque él le ha dicho que sí, que sí lo violó, ella aún no puede comprenderlo al cien.

¿Qué hay de diferente entre violar a un menor y violar a alguien ya adulto?

¿La diferencia es grande? ¿Se siente lo mismo?

—¡Fóllatelo así!—

Aún puede escuchar la risa de su padre.

—¡Vamos, hija mía, rómpeles el culo! ¡Demuestra quien es Kim Ye-Won!—

Y mientras ella lo hacía a la fuerza para complacer a su padre en ese ámbito, el mayor de los Kim se follaba a un Omega de 15 años, de cabellos rizos, de ojos achocolatados, de nariz graciosamente pequeña, tan preciso como TaeYang pero tan distintos a la vez.

—Puta mierda.—

Realmente desea olvidar esa semana que vivió bajo las garras de su verdugo. ¿Pero como borrará algo semejante? Si eso es su día a día, la tortura y alimento para su mente.

—¿Sabes cómo dejaré a tu Omega?— Se le acercó —Así, con las piernas hechas gelatinas y el culo sangrándole.— Rio él, mostrando al omega que había quedado de semejante forma

No pierde tiempo en ponerse de pie, no sin antes haberse bebido su última copa por esa noche. Pasa por entre medio de personas borrachas hasta más no poder y se detiene en frente de la tarima, en donde Betas, Omegas y Alfas bailan desnudos mientras billetes se le son lanzados.

Una sonrisa sale de ella, antes de conocer a MinJi, se follaba a otros Alfas, los jodía tanto que estos terminaban con el recto dañado. Amaba someter a Alfas en la intimidad, joderlos hasta hacerlos sangrar, deleitada por verlos gritar a la hora de desgarrarlos.

Disfrutaba mucho golpearlos, ahorcarlos, amordazarlos y hasta apuñalarlos mientras se enterraba en lo más profundo de ellos. Pero ese tipo de lujuria mermó cuando conoció al de ojos bicolores, ¿tenía algo especial? No lo sabe ella, solo reconoce que quería hacerle de todo pero mantenerlo con vida.

♣️ JDP♣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora