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Desde el segundo piso de aquel gimnasio en donde los de la organización se permiten entrenar para mantenerse en forma, Kim Ye-Won observa a TaeYang entrenar con aquel Alfa, el mismo que al parecer desea morir antes de tiempo.

La mayor chasquea la lengua al ver la sonrisa que se dispone Lee a darle a su empleado, ella, en cambio, bufa, su sangre hirviéndole. Apenas y ha pasado una semana desde el momento en que el contrario le dijo que la dejaba y qué horas luego ella fue a pedirle que volviesen.

Apenas una semana de haber suplicado por follarlo y el contrario se le negó hasta el último momento. Rencorosa se mantiene, porque se había quedado en la sala, con una dura erección, además de eso, escuchando los gemidos que soltaba TaeYang.

Había jugado con ella, y eso le cabreo de más, por eso es que, aun si las cosas parecen estar serenas entre ellos, lo cierto es que si el menor le pide que se lo folle, ella lo dejara con las ganas así tal cual él lo hizo.

—Alfa.— La concentración de Kim es interrumpida por una Alfa de cabellos azul cielo igual que sus ojos —Tengo algo que comentarle.—

—¿Qué cosa?—

—¿No desea ir a un lugar más privado? Es importante.—

Dándole una mirada a la otra mujer, Ye-Won apoya su cadera izquierda en la baranda en donde tenía sus codos y mete sus manos a sus bolsillos.

—Dime.—

—El Alfa Kim ha empezado a buscar a su pareja.— La contraria se tensa —Ha enviado algunos hombres a buscarlo, además de eso, ha regresado a la mansión que a él le pertenece.—

—¿Qué más?— Su mirada pierde toda clase de calma que poseía

—Se está informando si el joven TaeYang ha quedado con mucho poder, algo que le haga saber si está indefenso o no. Lo que he leído, por la información que me dieron, es que busca al joven y sus hijos...—

Eso último, la mujer lo dice con confusión.

—Mierda, mierda.— Kim murmura por lo bajo, desesperándose rápidamente

Un golpe en seco se escucha y la pelinegra lleva su mirada al pelichocolate que está entrenando, viendo como el chico está en el piso, sobándose la espalda. Pero la mirada del ojichocolate está puesta en Ye-Won, a través del lazo, la mayor siente una calma que no viene de ella, tan relajante que la hace fruncir el ceño.

¿Ese tipo de cosas pueden suceder solo por estar ambos enlazados? ¿Dar calma en momentos de desesperación? Se siente bien, pero no para ella, quien apenas y logra acostumbrarse a que la presencia del otro es su calmante personal, como para también sentir dentro de ella esa calma y no porque el menor está a su lado, sino porque él se la está enviando.

—Reúne a los hombres de más confianza y en ellos deben de estar los Jung.— La mira —Los quiero en una hora exacta en la sala de reunión.—

—A sus órdenes.— Con una reverencia, la peliazul se marcha

Ye-Won vuelve a llevar su mirada al pelichocolate, quien está siendo ayudado por el hombre que viene irritándola de más. Con una mirada que dice todo, Lee quita la mano que sostenía la de él, cuando puede observar a la mayor verlo de un modo que le da a conocer que podría hacer un desastre si él no pone un límite.

Solo es un ademán de cabeza por parte de la Alfa, y TaeYang ya se encuentra caminando hacia la salida de aquel gran salón de gimnasio, el chico suelta un suspiro y soba su pecho, Ye-Won puede trasmitirle, a través del lazo, un tipo de celos o de posesión que no creyó que pudiese llegar a existir o él mismo a sentir.

♣️ JDP♣️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora