♣️ JDP♣️

♣️17♣️

Dicen que todos tienen una debilidad, hasta el ser más despreciable la posee. Kim Ye-Won se cree en la que algo despreciable, un ser humano sin empatía a la hora de hacer el mal, y así mismo como puede llegar a ser lo más desagradable que un ser humano puede ser, también posee una debilidad como todos.

¿Sus hijos? Es seguro que lo son. Aquellos pequeños son la razón por la cual daría lo que sea que le pidiesen. Sin embargo, hay alguien más que, puede superar la debilidad que los pequeños Lee pueden causarle.

•Lee TaeYang.•

Si pudiese dar su vida por la del Omega; Kim Ye-Won la daría sin pensarlo. Si con eso le aseguran que estará bien.

Sin embargo, si le quitan a su pilar; ella quemaría todo por él. Sería la persona más sanguinaria por él. Mataría hasta el ser más inocente por defenderlo a él. Se perdería a sí misma, más de lo que está, por salvarlo a él.

Y es tan confuso de creer, porque todos saben que es una mujer mala, perversa, sin sentimientos cálidos en el corazón. Llena de violencia y maldad, hasta con el propio TaeYang. Quien, lastimosamente, se ha adaptado a la vida que ella le da.

¿Hizo bien en escogerlo? Ya no lo sabe, porque aunque le obsesiona saber que hay alguien que puede soportarla tal y cuál es, también esa misma persona le hace cuestionarse muchas cosas también. Como en ese momento, que luego de haberse entregado a la tensión del momento, ella se pregunta si será mejor dejarlo ir de su vida.

"No puedo."

Aunque sabe que es lo mejor, también está el no poder hacerlo. Se mantiene viéndolo, como aquella lechosa piel está llena de mordidas y moretones; producto de sus toscos y bruscos agarres y golpes mientras se enterraba en él.

Estaba la obsesión de obtenerlo. De poseerlo, de dañarlo, de regocijarse del dolor y la destrucción que le provocaría.

Luego llegó la obsesión de no compartirlo, de no dejarlo ir, de reconstruirlo. De moldearlo a su modo, de hacerlo suyo una y otra vez, de no dejar que nadie más pudiese hacerlo perder la cabeza, no importando el modo, como ella lo ha hecho.

Y, en ese momento, está la nueva obsesión, de darle lo mejor, de apreciarlo. De cuidarlo, de consentirlo, de adorarlo. ¿Pero como se le da eso cuando sigue siendo igual de mierda? ¿Cómo le daría lo mejor cuando sabe que no logrará cambiar nunca?

"Estoy rota, pequeño."

Quiere intentarlo, pero las preguntas de sí lo hará bien, llegan a ella.

—¿En qué tanto piensas?—

—En ti.— Suspira ella

—¿Sí?— Una risita suelta TaeYang, atrayendo la atención de la mayor —¿Y qué piensas sobre mí?—

—En como follarte otra vez.— Lo ve poner los ojos en blanco y ella no duda en darle una suave cachetada —No hagas eso.—

—No me pegues en el rostro.—

—Claro, debo de sacarme el pene y pegarte con él para que te guste, como minutos atrás, ¿no, chiquillo?—

El rubor que se ubica en las mejillas del Omega solo provoca que ella vuelva a abofetearlo, y Lee no dice absolutamente nada, solo se muerde su labio inferior. El chico recibe cinco golpes más, los cuales no son demasiado fuertes pero tampoco suaves en exceso. Su mandíbula es tomada y su cara se mueve de lado a lado por la mano de ella.

—¿A quién le perteneces, Lee?—

—A ti.—

—¿Te escupo la boca, nene?—