Capítulo 26: Promesas en el Filo

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Tensiones en el Equipo

La atmósfera en la cabaña de los Misterios estaba cargada de una tensión que se podía cortar con un cuchillo. Ford había puesto en marcha su plan para llevar a Bill a una dimensión donde su poder sería inútil, pero la creciente amenaza y las dudas sobre el éxito del plan estaban afectando a todos.

Dipper no había dicho nada en las últimas horas. Su mente estaba dividida entre dos realidades: el sacrificio que Ford había mencionado antes y la alternativa que estaba sobre la mesa. Mientras observaba su brazo cubierto de símbolos brillantes, sabía que cada minuto que pasaba, el poder de Bill crecía. Las palabras de Ford seguían repitiéndose en su cabeza: "Tú eres la llave".

Finalmente, Pacifica rompió el silencio. Llevaba horas observando a Dipper, notando el peso que llevaba sobre los hombros.

—¿Qué estás pensando? —preguntó, su voz suave pero llena de inquietud.

Dipper miró hacia ella, su expresión seria. Sabía que debía ser honesto, pero no quería cargarla con más preocupaciones. Sin embargo, ella lo conocía demasiado bien como para dejar que se guardara algo.

—He estado pensando en el sacrificio —dijo Dipper finalmente, su voz apenas un susurro—. Ford tiene razón. Si me sacrifico, si destruyo el sello en mi brazo, podríamos destruir a Bill para siempre.

La cara de Pacifica se volvió pálida, sus ojos llenándose rápidamente de lágrimas. Sabía que Dipper tenía un fuerte sentido de la responsabilidad, pero la idea de perderlo era insoportable.

—No. —La palabra salió de su boca antes de que pudiera procesarla completamente—. No, no vas a hacer eso. ¡No puedes hacer eso!

—Pacifica, no tenemos tiempo —dijo Dipper, intentando razonar con ella—. Bill está recuperando su poder. Cada segundo que pasa nos acerca más a perderlo todo. No sé si la otra opción funcionará.

Pacifica negó con la cabeza, sus ojos brillando con lágrimas que empezaban a deslizarse por sus mejillas.

—Me prometiste que no te perdería —dijo, su voz temblorosa—. Dijiste que estaríamos juntos, que construiríamos un futuro juntos. ¿Y ahora me dices que estás dispuesto a tirar todo eso por la borda?

Dipper sintió un nudo en el estómago al escucharla. Sabía que estaba herida y aterrorizada, pero también sabía que no podía ignorar la amenaza de Bill.

—No quiero perderte, Pacifica —dijo, su voz suave, pero su determinación clara—. Pero si no hago nada, podríamos perderlo todo. Bill destruirá este mundo, y no puedo permitir que eso suceda.

Pacifica comenzó a llorar más intensamente, su dolor evidente mientras se enfrentaba a la posibilidad de perder al amor de su vida.

—¡No voy a permitir que te sacrifiques! —gritó, su voz quebrándose—. ¡No! ¡No puedes dejarme así! Dijimos que tendríamos un futuro juntos, que tendríamos una familia... ¡No puedes romper esa promesa!

Dipper, sintiéndose desgarrado por dentro, se acercó a ella y la tomó de las manos, su mirada fija en los ojos llenos de lágrimas de Pacifica.

—No quiero romper esas promesas —dijo, apretando suavemente sus manos—. Y lucharé con todo lo que tengo para que no tengamos que hacerlo. Pero, por favor, entiende que no puedo quedarme quieto si eso significa perderlo todo.

Pacifica apartó las manos de las de él, dándose la vuelta y cubriéndose la cara mientras las lágrimas caían incontrolablemente. Todo su cuerpo temblaba por el miedo y la frustración.

—No voy a perderte, Dipper —susurró entre sollozos—. No lo haré.

Mientras Dipper y Pacifica enfrentaban su crisis personal, en otro lugar, Bill Cipher flotaba en una dimensión intermedia, observando cada movimiento del equipo. Su risa malévola resonaba en la negrura de su reino, sus ojos brillantes reflejando la satisfacción de un plan que se desarrollaba según lo planeado.

—¡Oh, estos pequeños mortales son tan predecibles! —se burló Bill, su risa descontrolada haciendo eco—. Se debaten entre sacrificios, planes inútiles y promesas rotas. ¡Qué espectáculo tan divertido!

A su lado, Karol y Gideon observaban con caras serias. Karol estaba ardiendo de rabia, ansiosa por vengarse de Pacifica y Dipper por la humillación que le habían hecho pasar.

—Están tan cerca de sellar el portal —dijo Gideon, con una mezcla de emoción y preocupación en su voz—. Pero no podemos permitir que lo hagan.

—Tranquilo, niño —dijo Bill, con su tono habitual de desprecio—. Todavía tengo un par de trucos bajo la manga. Están tan enfocados en su pequeño plan que no ven lo que se avecina. Pronto estaré de vuelta en pleno poder, y cuando eso suceda... ¡será el fin para todos!

La risa de Bill volvió a resonar, y esta vez incluso Karol y Gideon sintieron un escalofrío.

—No fallaremos, Bill —dijo Karol, con una mirada oscura—. Haré que Pacifica se arrepienta de haber cruzado conmigo. Y luego... Dipper será mío.

—Esa es la actitud —respondió Bill, girando en el aire—. Pero recuerden, el tiempo es crucial. Si no detenemos a esos Pines y a sus amigos, este espectáculo terminará antes de tiempo. Y no me gusta cuando los finales son aburridos.

De vuelta en la cabaña, Ford, Stan y el resto del equipo trabajaban frenéticamente en la última parte del plan para sellar el portal. Estaban a solo un paso de atrapar a Bill y evitar que regresara con todo su poder.

—Tenemos que hacerlo rápido —dijo Ford, sus manos temblando mientras ajustaba los controles—. Si Bill recupera todo su poder antes de que terminemos, no habrá nada que podamos hacer.

Stan observó a su hermano, sabiendo que el tiempo estaba en su contra, pero confiaba en su genio para encontrar una solución. Dipper y Pacifica llegaron a la habitación, la tensión aún palpable entre ellos, pero ambos sabían que había algo más grande en juego.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Dipper, tratando de mantenerse enfocado a pesar de lo que acababa de pasar.

Ford le miró con preocupación.

—Voy a necesitar que confíes en mí, Dipper. Los símbolos en tu brazo son la clave, pero no voy a permitir que te sacrifiques. Hay otra forma, pero necesitarás ser fuerte y concentrarte.

Pacifica, a pesar del miedo y la angustia que aún sentía, tomó la mano de Dipper.

—Estaremos juntos en esto, Dipper. No importa lo que pase —dijo ella, con su voz firme pero con los rastros de las lágrimas aún en su rostro.

De repente, una risa fría y espeluznante resonó por toda la cabaña. Era la risa inconfundible de Bill Cipher.

—¡Oh, qué conmovedor! —se burló Bill, su voz resonando desde todos lados y ninguno a la vez—. ¡Me encanta ver cómo se aferran a la esperanza! Pero, queridos amigos, el reloj está corriendo... ¡y yo ya estoy ganando!

Las luces parpadearon violentamente, y la habitación entera pareció vibrar con la presencia de Bill. Su forma triangular brillaba intensamente, proyectando una sombra ominosa sobre todos los presentes.

—¡No podrán detenerme! —gritó Bill, su risa incontrolable—. ¡Es solo cuestión de tiempo antes de que recupere todo mi poder! Y cuando lo haga... ¡todos ustedes estarán acabados!

La risa de Bill fue interrumpida cuando Ford logró estabilizar los controles del portal. Estaban tan cerca de sellarlo, pero sabían que Bill aún tenía demasiada influencia en su realidad. Era una carrera contra el tiempo, y no podían permitirse fallar.

—No vamos a dejar que esto termine aquí —dijo Dipper con determinación, apretando la mano de Pacifica—. Lo venceremos, juntos.

Pacifica asintió, sintiendo que aunque estaban al borde de perderlo todo, su vínculo con Dipper era más fuerte que nunca.

Pero mientras se preparaban para el siguiente paso del plan, la risa de Bill volvió a resonar, más fuerte y aterradora que antes.

—¡Ah, sí! ¡El final está cerca, chicos! ¡Nos veremos muy pronto... en mi nuevo mundo!




NOTA: perdon pero la ¡pad se me daño y no puedo hacer las imagenes se los debo pero al final sabran como compensarlo :)

La conexión oculta: DIPPER Y PACIFICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora