Capítulo 27: Emboscada en el Bosque

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Tensión en la Relación

El aire estaba denso y frío en el bosque, reflejando la tensión que había crecido entre Dipper y Pacifica. Habían dejado la cabaña para aclarar sus pensamientos, pero la discusión que habían comenzado solo había aumentado en intensidad.

—No puedes seguir ignorando lo que está en juego, Dipper. Esto no es solo sobre ti —dijo Pacifica, cruzando los brazos con frustración.

—¡Claro que no es solo sobre mí! —respondió Dipper, su voz resonando en la quietud del bosque—. Pero también tengo que pensar en el sacrificio necesario. ¿Y tú? ¿Estás dispuesta a quedarte atrás y perderlo todo?

Pacifica sintió cómo la ira se mezclaba con el miedo. Sabía que tenía razón, pero la idea de perder a Dipper era insoportable.

—Dipper, no puedo soportar la idea de perderte. Ya hemos hablado de un futuro juntos... —su voz se quebró—. ¿Y ahora me dices que estás dispuesto a arriesgarlo todo?

Antes de que Dipper pudiera responder, un ruido súbito rompió el ambiente. De entre los árboles, surgieron criaturas oscuras y grotescas, con ojos brillantes y garras afiladas. Eran sombras de Bill, seres que estaban destinados a proteger su dominio.

—¡Dipper, detrás de ti! —gritó Pacifica, pero ya era demasiado tarde. Una de las criaturas lanzó una garra hacia él.

Instintivamente, Dipper se lanzó hacia adelante, empujando a Pacifica fuera del camino mientras la criatura chocaba contra él. La fuerza del impacto lo lanzó al suelo, y la criatura se preparó para atacar.

—¡No! —gritó Pacifica, el terror invadiendo su voz. Sin pensarlo, se abalanzó hacia Dipper, pero él se levantó rápidamente, decidido a protegerla.

Con un rápido movimiento, Dipper desenvainó una de las armas que Ford les había proporcionado, un objeto lleno de luz brillante que podía repeler a las sombras.

—¡Atrás! —gritó, apuntando a la criatura con determinación. La luz impactó en la sombra, obligándola a retroceder.

Pacifica observó, su corazón latiendo con fuerza mientras veía a Dipper luchar. La tensión entre ellos se intensificó en medio de la batalla, y ella se dio cuenta de que estaba más asustada por la posibilidad de perderlo que por las criaturas que los atacaban.

Mientras las sombras se abalanzaban sobre ellos, Dipper hizo lo posible para mantener a salvo a Pacifica, pero también sabía que su vida estaba en juego. Cada movimiento se sentía como una danza entre el peligro y el deseo de proteger a la persona que amaba.

Con la adrenalina corriendo por sus venas, Dipper y Pacifica lucharon hombro a hombro. Se comunicaban con miradas rápidas y gestos, un entendimiento silencioso entre ellos que superaba las palabras. Sin embargo, el ambiente seguía siendo tenso, y el miedo a lo que estaba en juego los mantenía alerta.

—¡Dipper! ¡A tu izquierda! —gritó Pacifica, apuntando a otra sombra que se preparaba para atacar.

Él se giró justo a tiempo, lanzando un golpe con su arma de luz. La criatura fue empujada de nuevo, pero Dipper sintió que el agotamiento comenzaba a cobrarle factura. Las sombras seguían atacando, y su energía se estaba desvaneciendo.

—No puedo seguir así —dijo Dipper, su voz tensa y entrecortada.

Pacifica, viendo su desesperación, se acercó y tomó su mano, entrelazando sus dedos con fuerza.

—Podemos hacerlo juntos —dijo, con determinación en su mirada—. No me dejes, Dipper. No importa lo que pase, no me dejes.

La conexión entre ellos se intensificó, y Dipper sintió que su fuerza se renovaba. Juntos, enfrentaron a las sombras, luchando codo a codo. Pero, en medio de la batalla, sabían que Bill estaba al acecho, cada vez más cerca.

De repente, la risa de Bill resonó a través del bosque, un eco perturbador que los hizo temblar. La atmósfera se volvió más pesada, y las sombras parecieron cobrar vida propia.

—¿Qué tenemos aquí? —la voz de Bill flotó por el aire, como un susurro maligno—. ¡Mis pequeños héroes! ¡Siempre tan valientes, pero tan ingenuos!

Las criaturas se detuvieron, formando un círculo alrededor de Dipper y Pacifica. Bill apareció en una forma deslumbrante, un triángulo flotante de poder y caos.

—Pensé que sería divertido ver cómo se desmoronaban sus frágiles esperanzas —dijo, con una risa maliciosa—. Pero parece que todavía tienen algo de lucha en ustedes.

Dipper apretó la mano de Pacifica, sintiendo el calor de su toque y la fortaleza de su presencia. No podían dejarse intimidar. A pesar de la presencia de Bill, estaban decididos a seguir luchando.

Las sombras comenzaron a acercarse nuevamente, pero ahora Dipper y Pacifica estaban preparados. La tensión entre ellos había cambiado, y sabían que tenían que luchar juntos para sobrevivir.

—¡No te dejaremos ganar, Bill! —gritó Dipper, su voz resonando con determinación.

La risa de Bill se detuvo por un momento, y sus ojos brillaron con una mezcla de sorpresa y diversión.

—¿Es eso lo que creen? —preguntó, antes de estallar en una risa que reverberaba en el aire—. Muy bien, pequeños, intenten lo que quieran. Pero sepan que el final está cerca.

Mientras las sombras se lanzaban hacia ellos, Dipper y Pacifica se prepararon para el enfrentamiento final. Sabían que el momento decisivo estaba cerca, y que la batalla que estaban por librar sería la más difícil de todas.

La conexión oculta: DIPPER Y PACIFICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora