Capítulo 146 ~ No es vergonzoso aceptar ayuda

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La sensación de su carne flexible en sus manos era maravillosa. Después de deleitarse con sus suaves senos, le quitó lo que quedaba de la armadura y le subió la holgada túnica. Por un momento, sintió como si el aire se le hubiera escapado de los pulmones.

Su piel brillaba como la perla incluso a la sombra, y su pecho turgente era de un delicado color rosa. Después de contemplarla con asombro, le acarició la parte inferior del firme seno y se llevó el tenso pezón a la boca.

Su corazón estaba a punto de estallar. Sujetando su cuerpo que se retorcía, Riftan chupó la suave carne. Su mujer respondió agarrándolo por el pelo, alternando entre acercarlo y alejarlo.

Mordisqueó y lamió sin descanso su sensible pezón antes de mirarla a la cara. Sus ojos grises, como cuentas de cristal, estaban húmedos y empañados por el deseo.

Un estremecimiento electrizante le recorrió la espalda al ver cómo ella se retorcía de placer entre sus brazos. La sensación era exquisita.

Bajó la cabeza para seguir acariciando su hinchado pezón, deteniéndose sólo cuando ella estaba a punto de alcanzar el orgasmo. Privada de su clímax, Maximilian dejó escapar un gemido de disgusto, mirándole con ojos llorosos. El espectáculo era impresionantemente cautivador.

Apretándose contra su suave cuerpo, introdujo la lengua en su cálida y húmeda boca. Saber que su pared interior estaría igual de caliente y húmeda hizo que su miembro sobresaliera dolorosamente del pantalón. Estaba a punto de perder la cabeza por el deseo de desgarrarse la ropa e incrustarse dentro de ella.

A duras penas consiguió despegar sus labios de los de ella y apoyar la frente contra la tosca columna de madera. Aunque ardía de deseo, sabía que no podría contenerse si continuaban.

— No era ésta mi intención.

Dedicándole una sonrisa rígida, le bajó la túnica hecha un manojo. Maximilian se estremeció como si el roce de la tela bastara para estimular su erecto pezón. Aunque sentía un nudo en la garganta, Riftan se las arregló para besar la mejilla de su contrariada mujer.

— ¿Ves lo que pasa cuando sigues diciendo cosas adorables?

— Y-Yo hablaba en serio. Tú, sin embargo... — dijo ella, mirándolo con resentimiento.

Dejando escapar un gemido, Riftan la levantó y la colocó sobre una pila de leña.

— Eres demasiado codiciosa — dijo, rodeando con los brazos su cuerpo pequeño y tembloroso. Apretó la mejilla contra la suya. —. Quieres ser muchas cosas a la vez, sobresalir desde el principio. Pero debes recordar que acabas de dar tus primeros pasos.

— E-Eso puede ser cierto en comparación contigo... pero yo también he adquirido mucha experiencia a estas alturas — replicó ella con terquedad.

Riftan arrugó la frente. Su ansiedad tenía el carácter de alguien que huye, y lo llenaba de temor de que ella volviera a cometer una imprudencia.

La miró con frialdad.

— La mayor parte de tu experiencia hasta ahora ha consistido en sacrificarte por los demás, pero ya no lo permitiré.

En su rostro apareció un gesto de desafío, y Riftan supuso que su tono autoritario debía de haberla molestado. Reprimió un gemido y añadió con tono apaciguador.

— Tú también debes aprender a aceptar tus límites. No puedes hacerlo todo sola. No sólo nos tienes a mí y a los caballeros, que estaríamos encantados de servirte, sino que también tienes a Ruth para que te ayude con tus deberes de maga. Necesito que dejes de pensar que aceptar ayuda es vergonzoso.

Debajo del Roble ~ Libro 10 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora