Capítulo 157 ~ Tomando medidas

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Riftan miró en silencio su rostro sonrojado antes de retirar la toalla húmeda. Maxi se apresuró a cerrar las piernas cuando sintió un goteo en el muslo.

Con la cara ardiendo, balbuceó.

— D-Déjame hacerlo.

— No te muevas.

Después de empujarla suavemente hacia la cama, Riftan le dio la vuelta a la toalla y empezó a limpiarla. Aunque incómoda, Maxi se resignó a aceptar sus cuidados. Se subió rápidamente los pantalones cuando él se volvió para agarrar otra toalla.

Él siempre la ayudaba a limpiarse después de sus encuentros, pero ella se sentía avergonzada cada vez. Mientras se quitaba el pelo que se le pegaba a la frente, Maxi estudió su rostro.

— ¿N-No deberíamos salir? Fuera hay mucho ruido.

Él se estaba limpiando, sentado de espaldas a ella. Cuando la miró por encima del hombro, Maxi se dio cuenta por su mirada lejana de que seguía conmocionado. Se arregló los pantalones y alargó la mano para acariciarle la cintura.

— ¿Crees que podrás montar hoy? — le preguntó con voz preocupada.

— S-Sí. No has sido... tan brusco conmigo.

Maxi se incorporó y le dedicó una tímida sonrisa. Sentía la ingle un poco dolorida, pero sabía que él la obligaría a tomar uno de los vagones si expresaba el más mínimo indicio de incomodidad.

Recogiendo el abrigo que había tirado al suelo, Maxi fingió despreocupación.

— E-Es mejor que te vistas. A la gente le parecerá extraño... si nos ausentamos demasiado tiempo.

Era posible que alguien ya hubiera presumido lo que estaban haciendo y mantuviera a todo el mundo alejado de la choza. Maxi gimió de mortificación al pensarlo.

Al parecer, Riftan compartía su preocupación; observó la tosca puerta traquetear al viento y luego se levantó con un suspiro. Se vistió con su túnica de lana y empezó a ponerse la armadura. Maxi hizo lo mismo y se puso una prenda exterior sobre su fina camisa de lino.

Una vez vestidos, Riftan se volvió hacia ella.

— Me aseguraré de que nada como esto vuelva a suceder.

Maxi lo miró sorprendida. Su expresión era sombría, como si hubiera cometido un grave error.

Nerviosa, Maxi soltó.

— D-Desde luego que me asusté, pero yo no...

— Sabes que ése no es el problema — intervino él, con el rostro serio —. ¿Qué pasa si vienes a estar con un niño en medio de... todo esto?

A Maxi se le desencajó la cara. No estaba tan preocupada porque sospechaba que tenía dificultades para concebir. Al fin y al cabo, sólo se había quedado embarazada una vez a pesar de la frecuencia de sus acoplamientos. Pero no creía que ésa fuera la forma correcta de tranquilizarlo.

— Estoy segura de que no hay nada de qué preocuparse — dijo agarrando su abrigo —. Actualmente... no corro riesgo de concepción.

Riftan la miró con escepticismo antes de quitarle el abrigo. La ayudó suavemente a ponérselo mientras le advertía.

— Debes avisarme de inmediato si percibes algún cambio.

— No creo que haya motivo para...

— Debes decírmelo — gruñó.

Maxi asintió, conteniendo un suspiro.

— Te avisaré si noto algo.

Después de mirarla a los ojos, Riftan recogió sus bolsas y se volvió hacia la puerta. Maxi se palpó furtivamente el vientre mientras lo seguía fuera de la cabaña. Se preguntaba qué sentiría al cargar de nuevo a su hijo. Probablemente sería angustioso y difícil, pero al mismo tiempo sabía que se sentiría eufórica. Y Riftan podría perder la cordura de tanto preocuparse.

Debajo del Roble ~ Libro 10 [Temporada dos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora