Friends | MagnusxEllegaard

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Ellegaard siempre había odiado las fiestas. El ruido, la música ensordecedora, la gente amontonada en espacios reducidos... todo era un caos. Y sin embargo, ahí estaba, sentada en un rincón de la sala principal del escondite de Magnus, observando cómo los demás se reían, bebían y disfrutaban de la noche. Magnus, por supuesto, estaba en el centro de todo. Como siempre.

—¿Te lo estás pasando bien, querida? —dijo una voz familiar detrás de ella.

Ellegaard no necesitaba girarse para saber quién era. Magnus, el autoproclamado "Rey del Boomtown", se acercó a ella con una sonrisa juguetona y un brillo travieso en los ojos, como si acabara de ganar una apuesta que solo él sabía que estaba en juego.

—Sabes que odio esto, Magnus —respondió Ellegaard, cruzándose de brazos.

Magnus se rió, como si su incomodidad fuera una especie de chiste privado entre ellos. Y tal vez lo era. Habían pasado años peleando, empujándose el uno al otro, desafiándose como si la única forma de comunicarse fuera a través de insultos o desafíos. Pero esa dinámica había empezado a cambiar. Había algo en el aire entre ellos últimamente, algo que ambos sentían pero que ninguno quería reconocer abiertamente.

Amigos, pensó Ellegaard con amargura. Así lo llamamos, ¿no?

—Siempre tan seria, Ellie —dijo Magnus, usando su apodo solo para molestarla, sabiendo que le sacaba de quicio.

Ella lo fulminó con la mirada, pero no pudo evitar notar cómo sus ojos verdes brillaban con la luz tenue de la habitación. Magnus era, sin lugar a dudas, una presencia imposible de ignorar. Donde él iba, la energía cambiaba. Todo se volvía más ruidoso, más caótico, más vivo. Y aunque Ellegaard fingía que eso la molestaba, había algo en esa energía que la atraía de una manera que no lograba comprender.

—¿Por qué me invitaste? —preguntó Ellegaard finalmente, cansada de los juegos.

Magnus se apoyó en la pared junto a ella, observando la multitud con una expresión más seria de lo que Ellegaard esperaba. Al menos, por un segundo.

—Tal vez porque quiero que te diviertas un poco. Relajarte, dejar de lado todos esos malditos circuitos y engranajes por una noche.

Ellegaard rodó los ojos. No era solo una cuestión de diversión. Sabía que había algo más, una razón por la que Magnus insistía en acercarse a ella más de lo que solía hacer. Su relación siempre había sido complicada, llena de altibajos, de competencia constante. Pero ahora... algo había cambiado.

—¿Eso es todo? —preguntó Ellegaard, sin poder evitar el tono escéptico en su voz.

Magnus la miró, y por un momento, sus ojos se suavizaron. Había algo en su expresión, algo que parecía casi vulnerable. Pero antes de que ella pudiera profundizar en esa mirada, él sonrió con esa arrogancia tan típica de él.

—O tal vez es porque no puedo imaginarme una fiesta sin ti.

El corazón de Ellegaard dio un pequeño vuelco, algo que rápidamente intentó ignorar. Magnus siempre sabía qué decir para confundirla, para hacerla sentir fuera de lugar, como si estuviera atrapada en un juego al que no entendía las reglas. Y lo peor de todo era que, por más que quisiera negarlo, había empezado a gustarle ese juego.

—Siempre tan dramático —dijo ella, intentando ocultar cualquier emoción en su tono.

—Tú lo llamas drama, yo lo llamo honestidad —replicó Magnus, encogiéndose de hombros. Luego, se inclinó un poco más cerca—. Sabes que esto que tenemos es algo más que amistad, ¿verdad?

Ellegaard sintió cómo el calor subía por su cuello. Era la primera vez que Magnus decía algo así, abiertamente. Claro, había insinuaciones antes, comentarios sueltos que se perdían entre las peleas y las bromas, pero nunca algo tan directo.

—No sé de qué hablas —respondió ella, a la defensiva.

Magnus la miró con una sonrisa torcida, esa que siempre parecía saber más de lo que decía.

—Vamos, Ellie. No somos solo amigos. No desde hace mucho tiempo. Y lo sabes.

Ellegaard sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. Claro que lo sabía. Lo había sabido desde hacía tiempo. Pero nunca se había permitido admitirlo. Ser amigos con Magnus ya era bastante complicado; admitir que había algo más entre ellos... eso era jugar con fuego.

—Magnus, no podemos... —empezó a decir, pero él la interrumpió.

—¿Por qué no? —preguntó, su tono suave pero insistente—. ¿Por qué seguir fingiendo que esto no es real?

Ellegaard lo miró a los ojos, buscando alguna señal de que estaba bromeando, de que esto no era más que otra de sus provocaciones. Pero lo único que vio fue sinceridad. Y eso la asustó más que cualquier cosa.

—Porque no quiero perder lo que ya tenemos —admitió en un susurro.

Magnus la observó durante un largo momento, y luego asintió lentamente.

—Eso es lo que siempre haces, ¿no? Juegas a lo seguro, te proteges. —Sonrió con tristeza—. Pero a veces, Ellie, hay que arriesgarse.

Ellegaard bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras. Tenía razón. Siempre había sido cautelosa, siempre pensando en las consecuencias antes de actuar. Pero con Magnus, todo era diferente. Él era diferente.

—¿Y si sale mal? —preguntó, casi temiendo la respuesta.

—¿Y si sale bien? —replicó él, acercándose aún más, hasta que sus rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia.

Ellegaard podía sentir su aliento, su calor, y de repente, todo el ruido de la fiesta desapareció. Solo existían ellos dos, en ese pequeño rincón del caos. Podía sentir la tensión en el aire, esa chispa que había estado ardiendo entre ellos desde hacía tanto tiempo. Y por primera vez, dejó de luchar contra ella.

—Te odio —murmuró, aunque no lo decía en serio.

—Yo también te odio —respondió Magnus, con una sonrisa.

Y antes de que pudiera pensarlo dos veces, Ellegaard se inclinó hacia adelante y lo besó. Fue un beso intenso, lleno de todo lo que no habían dicho durante años, de todas las peleas, de todas las bromas, de toda la atracción que habían intentado negar.

Cuando se separaron, ambos estaban sin aliento, pero con una sonrisa cómplice en los labios.

—Así que... ¿seguimos siendo amigos? —preguntó Magnus, en tono juguetón.

Ellegaard sonrió, sintiendo que, por primera vez, estaba dispuesta a dejarse llevar.

—Lo dudo.

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Libro de Oneshot's | MCSM | Solicitudes abiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora