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El cielo estaba cubierto de nubes oscuras, y la tormenta se avecinaba en el horizonte. Jesse se encontraba de pie en la cima de una colina, observando la ciudad bajo sus pies. Beacon Town seguía brillando con vida y energía, pero en su interior, había un peso que no podía ignorar, una inquietud que había estado creciendo dentro de él desde hacía semanas.
Era Aiden.
Por mucho que lo negara, desde aquella ultima confrontación en el Templo del Orden, algo dentro de Jesse había cambiado. Aiden había sido el antagonista, el líder de los Ocelotes, alguien que solo buscaba causar caos y sembrar rivalidad entre ellos. Pero, detrás de esa fachada de arrogancia y rencor, Jesse había empezado a ver algo más. Algo que no podía ignorar, no importaba cuánto lo intentara.
Aiden no solo era un enemigo; era algo más que eso.
De repente, escuchó pasos a su espalda. No tuvo que girarse para saber quién era. Ese paso inconfundible, casi desafiante. Aiden.
—Sabía que te encontraría aquí —dijo Aiden, su voz con ese tono siempre burlón, pero con una pizca de algo más. Algo que Jesse conocía demasiado bien.
—¿Qué quieres, Aiden? —Jesse intentó sonar firme, pero la tensión en su voz era evidente incluso para él mismo. Sabía que estar cerca de Aiden siempre era arriesgado, pero también sabía que no podía evitarlo.
Aiden avanzó, colocándose a su lado, con la mirada fija en la ciudad que se extendía ante ellos. Estaba serio, mucho más de lo que Jesse esperaba.
—Siempre tan a la defensiva, ¿eh? —dijo Aiden, sin apartar la vista del horizonte—. No he venido a pelear. Solo quería... hablar.
Jesse levantó una ceja, sorprendido. Aiden nunca quería "solo hablar". Siempre había una agenda oculta, siempre había una intención detrás de cada palabra. Pero, esta vez, algo se sentía diferente.
—¿Hablar? —repitió Jesse, con escepticismo—. ¿De qué?
Aiden soltó una risa amarga, bajando la mirada por un momento.
—De ti, de mí... de lo que somos. De lo que no podemos evitar ser.
Jesse sintió un escalofrío recorrerle la columna. La verdad era que, por más que lo odiara admitir, había una conexión entre ellos que ninguno de los dos podía negar. Aiden había sido una espina en su costado, sí, pero también había algo más. Una parte de Jesse se sentía atraída por la oscuridad que Aiden representaba.
Aiden se volvió hacia él, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa.
—Sé que sientes lo mismo, Jesse. —Su voz era baja, casi un susurro—. Siempre has sentido esta tensión entre nosotros, esta atracción. No importa cuántas veces me derrotes o me apartes. Siempre vuelvo a ti.
Jesse sintió que su corazón latía más rápido. Las palabras de Aiden eran como veneno, pero un veneno al que no podía resistirse. Sabía que no debía sentirse así, no después de todo lo que Aiden había hecho, pero ahí estaba, atrapado en esa dinámica tóxica e inevitable.
—No tienes ni idea de lo que dices, Aiden —respondió, intentando sonar más seguro de lo que realmente estaba—. No somos nada. Somos opuestos.
Aiden dio un paso más cerca, tan cerca que Jesse podía sentir el calor de su cuerpo, el peligro en su presencia. Aiden siempre había sido una figura de caos, alguien que desafiaba todas las normas, pero eso era precisamente lo que lo hacía tan... irresistible.
—Opuestos, sí. —Aiden se inclinó ligeramente hacia él, susurrando con una intensidad que hizo que Jesse se estremeciera—. Pero también somos iguales en formas que nunca admitirías. Por eso no puedes alejarte de mí.
Jesse tragó saliva, sintiendo la intensidad esas palabras. Sabía que Aiden tenía razón, aunque no quería aceptarlo. Esa atracción oscura, ese magnetismo destructivo... lo sentía cada vez que Aiden estaba cerca. Era una lucha constante entre lo que sabía que estaba bien y lo que su corazón y su mente no podían controlar.
Aiden extendió una mano, rozando la muñeca de Jesse. El contacto fue eléctrico, y Jesse cerró los ojos por un momento, sintiendo la batalla interna dentro de él intensificarse. Sabía que si seguía así, estaría cayendo en algo peligroso, algo de lo que no podría salir fácilmente.
—Esto... —murmuró Jesse, abriendo los ojos para mirar a Aiden—. Esto es un error.
Aiden sonrió, esa sonrisa que siempre estaba entre la burla y el desafío.
—Quizás, pero a veces los errores son lo único que vale la pena.
El silencio entre ellos se volvió abrumador. El viento soplaba a su alrededor, pero todo lo que Jesse podía sentir era la cercanía de Aiden, esa energía oscura que lo envolvía como una tormenta. Sabía que Aiden era peligroso, que esa relación, lo que fuera que estuvieran construyendo en medio de toda esa tensión, no podía terminar bien. Pero también sabía que no podía ignorarlo.
—No puedes seguir haciéndome esto, Aiden —dijo Jesse, con la voz temblorosa—. No puedes seguir metiéndote en mi cabeza.
Aiden soltó una carcajada suave, como si hubiera esperado esas palabras todo el tiempo.
—Pero lo hago, ¿no? Y lo seguiré haciendo, porque tú lo permites.
Jesse apretó los puños, luchando contra la atracción que sentía hacia él. Sabía que estar cerca de Aiden lo empujaba a una oscuridad que no quería reconocer, pero al mismo tiempo, había una parte de él que anhelaba esa sensación de peligro, de vivir al límite.
—Esto no puede terminar bien —murmuró Jesse, sabiendo que, no podía alejarse.
Aiden se acercó aún más, hasta que sus rostros casi se tocaban, y le susurró al oído:
—Eso es lo que lo hace emocionante.
Y en ese momento, Jesse supo que estaba atrapado. En la oscuridad que representaba Aiden, en la atracción que lo consumía. Porque aunque intentara resistirse, la realidad era que necesitaba a alguien como Aiden, alguien que lo desafiara, alguien que lo empujara al borde de lo que creía conocer.
Sabía que no debía, pero no podía evitarlo. Aiden lo había atrapado, y en el fondo, Jesse sabía que nunca sería capaz de escapar.
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💙⛅~
