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Las llamas de la fogata chisporroteaban, lanzando sombras danzantes en el rostro de Lukas. Jesse lo observaba desde el otro lado del campamento, su mirada perdida en los recuerdos. A pesar de estar ahí, justo frente a él, algo en Lukas había cambiado. No podía explicarlo del todo, pero ya no era el mismo chico decidido, valiente y optimista que conoció durante sus primeras aventuras.
La risa que solía iluminar su rostro ahora parecía forzada, y el brillo en sus ojos, que solía ser inconfundible, estaba apagado. Jesse sintió un nudo en el estómago, una mezcla de nostalgia y algo más oscuro, algo que no quería reconocer: desconfianza.
"¿Qué te pasó, Lukas?" pensaba, pero no se atrevía a decirlo en voz alta.
Quien es este Imitador en su lugar. Esas palabras resonaba en su cabeza como un eco. Era como si Lukas solo estuviera interpretando una versión de sí mismo, como si el verdadero chico que conocía se hubiera desvanecido, y lo que quedaba ahora era una sombra, una copia de lo que fue.
Jesse se levantó, alejándose de la fogata, incapaz de soportar el peso de esos pensamientos. Necesitaba espacio, aire, cualquier cosa que lo alejara de esa incomodidad. Lukas lo notó, sus ojos siguiéndolo.
—¿Estás bien? —preguntó Lukas, su tono tranquilo, casi despreocupado, pero Jesse pudo percibir la distancia en su voz.
—Sí, solo... necesito un momento —respondió Jesse sin mirarlo, caminando hacia el borde del campamento. Se sentía sofocado. Cada vez que lo miraba, algo dentro de él se rompía un poco más. El chico que había compartido tantas aventuras, tantas victorias y fracasos, ya no estaba. En su lugar había alguien que parecía actuar como él, pero sin ser auténtico.
Apoyó las manos en una roca, mirando hacia el horizonte oscuro de ese mundo que habían recorrido tantas veces juntos. Quería sacarse esa sensación del pecho, pero el dolor seguía ahí, persistente.
Lukas se acercó en silencio, pero Jesse no se dio la vuelta. No quería ver esos ojos vacíos otra vez. Prefería recordar al Lukas que siempre había estado a su lado, no a este extraño que lo miraba ahora.
—Jesse, has estado raro últimamente. —Lukas rompió el silencio, con voz suave—. ¿Qué está pasando?
El nudo en la garganta de Jesse se hizo más apretado. No podía ignorarlo más.
—No eres tú, Lukas —respondió, su voz llena de una mezcla de frustración y dolor.
Lukas frunció el ceño, confundido.
—¿Qué? ¿A qué te refieres?
Jesse finalmente lo miró, y en ese momento las palabras que había estado reprimiendo comenzaron a salir como una avalancha.
—Hace un tiempo que ya no te siento cerca. No sé cómo explicarlo, pero... algo en ti cambió. Ya no eres el mismo de antes, el Lukas que conocí, el que siempre estaba a mi lado y con el que podía contar. —Jesse hizo una pausa, el peso de las palabras cayendo entre los dos como un muro invisible—. Pareces alguien más, alguien que intenta ser como el Lukas que conocí, pero no lo logra.
Lukas dio un paso hacia atrás, sorprendido por la acusación.
—¿De qué estás hablando, Jesse? Soy el mismo de siempre. ¿Cómo puedes pensar que no lo soy?
Pero Jesse negó con la cabeza.
—No, no lo eres. —Su voz se quebró ligeramente—. Algo en ti... ha cambiado. Y no sé qué es, pero lo siento. Y duele.
El silencio entre ambos se volvió espeso, cargado de emociones que ninguno de los dos sabía manejar. Lukas parecía desconcertado, como si no entendiera el origen de todo aquello, pero Jesse lo sentía profundamente. El chico que había en frente de él era solo una imitación de lo que fue, y por mucho que intentara, no podía recuperar al verdadero Lukas. Su Lukas.
—¿Qué es lo que quieres que diga? —preguntó Lukas, con voz entrecortada—. No he cambiado, Jesse. Sigo siendo yo.
Jesse apretó los puños, la frustración escalando.
—Entonces, ¿por qué no lo siento así? —replicó, su mirada buscando desesperadamente una señal, un rastro del Lukas que conocía—. Quiero volver a verte, al verdadero tú, el Lukas que se preocupaba, el que siempre luchaba con todo su corazón, el Lukas que yo amaba. Este...este no eres tú.
Lukas se quedó en silencio, con los ojos fijos en el suelo. Finalmente, levantó la mirada, pero el dolor en sus ojos reflejaba lo que Jesse ya temía.
—Tal vez... tal vez ya no pueda ser esa persona —dijo Lukas suavemente—. Hemos pasado por tantas cosas, Jesse. Tal vez todo eso me ha cambiado, y ya no puedo ser el chico que solías conocer.
Esas palabras se clavaron en Jesse como dagas. ¿Era posible que Lukas hubiera cambiado tanto que ya no quedara nada de lo que fue?
La fogata parpadeaba a lo lejos, pero Jesse ya no sentía su calor. Todo lo que quería era volver a sentir que Lukas era su Lukas, pero ahora, ese chico solo existía en los recuerdos. Tal vez lo había perdido para siempre.
Jesse dejó escapar un suspiro tembloroso.
—Ojalá... ojalá pudiera verte de nuevo, Lukas. A ti, no a esta versión de ti. —Se dio la vuelta lentamente, alejándose—. Porque, honestamente, extraño al chico que eras.
Lukas no lo siguió esta vez. Solo lo observó alejarse, sabiendo que quizás Jesse también se estaba alejando de algo que nunca podrían recuperar.
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