Attraction | M.JessexAiden

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La lluvia caía en un constante golpeteo contra el vidrio de las ventanas del cuarto de Jesse, llenando el aire con un susurro constante que resonaba en el silencio de la habitación. Se encontraba sentado al borde de su cama, mirando fijamente el hacha que descansaba en sus manos, perdida en sus propios pensamientos. Habían pasado semanas desde su ultimo encuentro con aiden.

Sin embargo, a pesar de todo lo que había sucedido, Jesse no podía sacarse a Aiden de la cabeza. Había algo en él, una sombra persistente que lo acechaba, incluso cuando no estaba físicamente cerca. Era como una espina que no podía sacarse, un recordatorio constante de la oscuridad que había dentro de ambos.

Las palabras sonaban en su mente, como un eco de sus propios sentimientos, uno que luchaba por aceptar. Sabía que lo que sentía por Aiden no era normal, no después de todo el daño que le había causado a él y a sus amigos. Pero a veces, en la soledad de la noche, no podía evitar pensar en cómo Aiden había sido capaz de tocar partes de él que nadie más había tocado.

Jesse se levantó de la cama, agitado, y comenzó a caminar por la habitación. Trató de despejar su mente, pero los recuerdos lo inundaban. Las veces que había enfrentado a Aiden, las veces que habían cruzado miradas en medio del caos. El odio que sentía por él se mezclaba con una atracción inexplicable, una sensación que lo hacía sentir vivo, aunque fuera peligroso.

—Esto es una locura —murmuró para sí mismo, tratando de convencerse.

Pero sabía que la locura era parte de lo que lo atraía. Aiden no era como los demás. No era como Petra, ni como Lukas, ni como Olivia o Axel. Jesse había tratado de negar durante mucho tiempo. En cada enfrentamiento con él, había una chispa, una conexión que era imposible de ignorar. Esa necesidad de desafiarse mutuamente, de empujarse más allá de los límites.

Jesse se sobresaltó cuando escuchó un ruido suave tras la ventana. Giró rápidamente, y lo vio.

Aiden estaba allí, bajo la lluvia torrencial, empapado, con una expresión seria que contrastaba con su habitual arrogancia. Su sola presencia hizo que el corazón de Jesse se acelerara. Sabía que Aiden no debería estar ahí, que no debía dejarlo entrar. Pero incluso con esa certeza, se encontró a sí mismo abriendo la ventana.

Aiden entró sin decir una palabra, sacudiéndose la lluvia de su cabello castaño desordenado. Se acercó a Jesse, cerrando la distancia entre ellos con pasos lentos y calculados, con sus ojos clavados en él, intensos, impenetrables.

—Sabía que abrirías —murmuró Aiden con una media sonrisa que Jesse reconocía demasiado bien, satisfacción. — Siempre lo haces.

Jesse apretó los labios, tratando de ocultar la confusión en su mirada.

—¿Qué haces aquí, Aiden? —preguntó, tratando de mantener la compostura, aunque la cercanía de Aiden siempre lo desestabilizaba.

Aiden lo miró directamente a los ojos, con esa intensidad que siempre hacía que el aire se sintiera más pesado. A pesar de todo, Aiden siempre había tenido una habilidad para desarmarlo, para hacer que Jesse se sintiera vulnerable, incluso cuando intentaba ser fuerte.

—Quería verte —respondió Aiden, sin rodeos, mientras sus ojos brillaban bajo la tenue luz de la habitación—. Porque, por mucho que lo niegues, tú también lo querías.

Jesse cerró los ojos por un momento, intentando controlar las emociones que bullían en su interior. Aiden estaba en lo cierto, y eso era lo que más le molestaba. No podía negar que había estado pensando en él, que había deseado este encuentro, aunque sabía que era peligroso.

Libro de Oneshot's | MCSM | Solicitudes abiertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora