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La celda donde mantenían a Lukas era fría y sombría, apenas iluminada por la débil luz de una lámpara colgante. Jesse se había convertido en una visitante frecuente, mucho más de lo que los demás consideraban saludable. Petra, Olivia y Axel le habían advertido más de una vez que Lukas ya no era el mismo, que el hombre que conocían había sido consumido por el odio y la maldad. Pero Jesse no podía dejarlo ir. No cuando sentía que aún había algo que salvar.
Lukas, el Exlíder noble de los Ocelotes, estaba sentado en una silla de metal, sus muñecas encadenadas, pero su rostro mostraba una sonrisa de superioridad.
Jesse se quedó frente a las rejas, observando a Lukas, encadenado a la silla en el centro de la celda más profunda del templo subterráneo. El tiempo había pasado, pero las heridas seguían abiertas, invisibles para el ojo pero punzantes en lo profundo de su ser. Jesse recordaba cómo, alguna vez, Lukas había sido su aliado, su mejor amigo, incluso alguien en quien confiaba más que en sí mismo. Ahora, era difícil reconocer a esa persona.
Lukas no dijo nada. Sólo lo miraba, su expresión vacía, pero sus ojos... sus ojos brillaban con una mezcla diversión y frialdad.
Jesse suspiró y, sin poder evitarlo, sus pensamientos lo llevaron a los momentos que habían llevado a Lukas a terminar encadenado como el criminal peligroso en el que se había convertido.
La primera traición fue una que nadie vio venir. Estaban en medio de una misión para proteger a Beacontown de un antiguo enemigo, y la tensión había crecido con cada paso que daban. Lukas, el confiable Lukas, había estado al frente junto a Jesse, asegurándose de que sus amigos y la ciudad estuvieran a salvo. Pero entonces, en el último momento, Lukas lo hizo. Dejó que las defensas de la ciudad cayeran, saboteó las torres de vigilancia y casi llevó a Beacontown a la ruina, todo por un artefacto que había estado investigando en secreto. Un artefacto que, según sus palabras, le permitiría tomar el control del mundo de Minecraft.
"Es por el bien de todos, Jesse " había dicho Lukas aquella noche, con una sonrisa torcida " Beacontown necesita un líder que no tenga miedo de hacer lo necesario."
Jesse aún podía sentir la rabia, el dolor de la traición, cuando Lukas huyó con el artefacto en la oscuridad, dejándolos a todos vulnerables.
Y no fue solo eso. Lukas manipuló a los habitantes de Beacontown, sembrando dudas sobre Jesse. Durante semanas, había hecho comentarios aquí y allá, pequeños deslices que hicieron que la gente empezara a cuestionar las decisiones de Jesse. Al principio fue sutil, casi imperceptible, pero luego, de la nada, estallaron rumores. Personas en las calles comenzaron a hablar de si Jesse realmente merecía ser líder, si estaba capacitado para proteger a todos. Jesse se dio cuenta demasiado tarde de que Lukas había estado moviendo los hilos desde las sombras, jugando con la opinión pública como si fuera un juego.
Luego vino la alianza con enemigos, un acto que solidificó el camino oscuro que Lukas había tomado. Jesse y los demás lo encontraron negociando con la mafia del Nether y saqueadores. Lo que más dolía no era el hecho de que Lukas hubiera cruzado esa línea, sino que parecía disfrutarlo. Había llevado a esos mismos saqueadores a invadir aldeas cercanas, provocando destrucción y caos, todo mientras mantenía su fachada de civilidad ante sus viejos amigos.
Lukas había empezado a reír en momentos inapropiados, de una forma que inquietaba a Jesse. Una risa cruel, vacía, sin remordimientos. Ver a la gente sufrir parecía darle un extraño placer, y aunque Jesse trató de razonar con él, nada parecía llegar a ese lado de Lukas que aún podía recordar el bien. ¿O acaso ese lado ya no existía?
Pero el golpe final fue cuando capturó a Jesse. Lo mantuvo prisionero, torturándolo psicológicamente, haciéndole preguntas retorcidas.
"¿Cómo es ser tú, Jesse? "preguntaba Lukas en esos días oscuros, mientras caminaba alrededor de la celda donde lo tenía encerrado". ¿Cómo es cargar con el peso de tantas vidas y saber, en el fondo, que eres insuficiente?"