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Xara caminaba por los sombríos pasillos de lo que alguna vez había sido su hogar. El eco de sus pasos resonaba, entrelazado con los recuerdos de tiempos mejores, cuando ella, Romeo y Fred compartían sueños de grandeza. Cada paso la acercaba más a él. A su traidor. A la persona que había destruido todo lo que habían construido juntos.
Fred había sido el corazón del trío, la brújula moral que los mantenía en equilibrio. Xara aún podía escuchar su risa, ver su mirada cálida y sentir la calma que siempre lograba transmitir. Pero ahora Fred estaba muerto, y todo por culpa de Romeo.
"Me traicionaste, y ya no hay vuelta atrás."
La traición se clavaba en su pecho como una espina. Romeo no solo los había abandonado, no solo la había encarcelado a ella en el Abismo, sino que había matado a Fred, el hombre que había creído que podían construir algo mejor. Xara ya no sentía rabia, solo un dolor sordo que la consumía. Romeo lo había arrebatado todo.
Finalmente llegó a la sala de mando. Las paredes aún conservaban la esencia del poder que una vez compartieron. Allí estaba Romeo, esperándola, como siempre lo hacía. Xara lo observó desde la entrada, con los puños apretados y una furia controlada brillando en sus ojos.
"Lo que hiciste, no lo puedo perdonar."
—Xara —dijo Romeo, su voz resonando en la sala vacía. No había arrepentimiento en su tono, solo esa misma arrogancia fría de siempre—. Sabía que volverías.
Xara lo miró con una mezcla de rabia y dolor. Alguna vez había confiado en él, lo había seguido ciegamente, pensando que su ambición los llevaría a un futuro mejor. Pero Fred había sido el único que veía lo que Romeo estaba dispuesto a sacrificar por poder.
—¿Sabías que vendría por ti? —dijo con un filo en su voz—. ¿O creíste que huiría como tú?
Romeo sonrió levemente, pero no dijo nada. Sabía exactamente por qué Xara había vuelto. Sabía lo que había hecho, pero no parecía afectarle. Su mirada se mantuvo fija en Xara, como si no hubiera pasado nada entre ellos.
"No queda nada entre los dos, solo esta traición."
Xara dio un paso adelante, cada palabra saliendo como un veneno de sus labios.
—Mataste a Fred.
Romeo parpadeó lentamente, pero su expresión no cambió.
—Fred... no tenía la visión, Xara. Era débil, sentimental. No podía ver el futuro que necesitábamos crear. Era un obstáculo.
El dolor en el pecho de Xara se intensificó, su respiración se volvió más pesada mientras intentaba contener las lágrimas. Fred había sido mucho más que eso. Fred era el único que había intentado detener la locura de Romeo, el único que creía en la bondad, en un mundo donde el poder no era lo único que importaba.
"Duele más cuando es así, de alguien a quien amé."
—Era nuestro amigo —replicó ella, con los ojos brillantes de ira—. Te quería. Nos quería a ambos. Y tú lo traicionaste de la peor manera.
Romeo dio un paso hacia ella, su rostro aún imperturbable, como si las palabras de Xara no significaran nada. Para él, Fred solo había sido una herramienta que ya no servía a su propósito. Y esa frialdad en Romeo solo avivaba más la furia de Xara.
—Yo hice lo que tenía que hacer —respondió Romeo, su voz más oscura—. Si Fred hubiera seguido interfiriendo, todo lo que construimos habría colapsado. El precio del poder es alto, Xara. Tú lo sabes.
"Me duele tanto que no puedo seguir."
Xara sintió que algo dentro de ella se rompía. Su corazón, antes lleno de determinación, ahora solo albergaba desesperación y tristeza. Habían pasado tantos años juntos, forjando sus destinos, soñando con un futuro. Pero ahora solo quedaban ruinas, fragmentos de lo que alguna vez fueron. Fred había sido la última pieza que mantenía a Xara conectada a ese pasado, y Romeo había destruido todo sin pestañear.
—No más —susurró Xara, bajando la mirada momentáneamente antes de clavar sus ojos en los de Romeo—. No más poder, no más sacrificios. Todo lo que hemos hecho no significa nada sin Fred.
Romeo se acercó aún más, su rostro sombrío pero decidido.
—Fred era débil —insistió—. Y tú, Xara... tú eres fuerte. Lo sabes. Tienes el mismo deseo que yo. No puedes escapar de lo que somos.
"Traición... no puedo soportarlo más."
Xara apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en sus palmas, pero el dolor físico era nada comparado con lo que sentía en su interior. No podía creer que alguna vez lo hubiera amado, que alguna vez hubiera confiado en alguien tan cruel.
—Estás equivocado, Romeo. La fuerza no está en traicionar a aquellos que te importan. La verdadera fuerza... —su voz se quebró— está en mantenerte fiel a los que amas.
Desenvainó su espada, el sonido metálico resonando en el aire. Romeo no se movió, su mirada fría aún clavada en ella.
—¿Vas a matarme, Xara? —preguntó con una sonrisa sombría—. ¿Eso te hará sentir mejor? ¿Resolverá tu dolor?
Xara lo miró en silencio por un momento, luchando contra el tumulto de emociones que se arremolinaban en su interior. Romeo ya no era la persona que alguna vez conoció. Lo que había matado a Fred, lo que la había traicionado, era el poder en el que él se había convertido.
—No —dijo finalmente, bajando su espada—. No voy a darte esa satisfacción.
Romeo pareció desconcertado por un segundo, pero Xara ya había tomado su decisión. En lugar de atacar a Romeo, Xara colocó la punta de la espada contra su propio estómago, cerrando los ojos mientras tomaba una última respiración profunda. Las palabras que siempre le habían rondado la mente finalmente salieron a la luz:
—Pero tampoco puedo vivir con esto.
Antes de que Romeo pudiera reaccionar, Xara se empujó hacia adelante, hundiendo la espada en su propio cuerpo. El frío metal atravesó su carne, el dolor intenso se apoderó de ella, pero fue un alivio en comparación con el tormento interno que había soportado durante tanto tiempo. Las lágrimas cayeron de sus ojos mientras su cuerpo se desplomaba, la sangre manchando el suelo debajo de ella.
"Me duele más vivir en este mundo que enfrentarlo."
Romeo, sorprendido por un instante, se quedó paralizado, sin palabras. No había esperado que ella tomara esa decisión. En su mente, Xara siempre había sido la fuerte, la que nunca se rendía. Pero ahora la veía, su cuerpo inmóvil, su vida desvaneciéndose ante sus ojos. Su voz se quebró, llena de desesperación, mientras se acercaba a ella.Romeo, sorprendido por un instante,
—¡Xara! —gritó, con sus manos extendiéndose hacia ella—
—No... quiero vivir... en este mundo... no sin él... —susurró Xara, sintiendo cómo la vida se desvanecía. Cada palabra era una carga, una despedida a los sueños que una vez había compartido con Romeo.
"Todo se ha perdido..."
El sonido de su nombre en los labios de Romeo fue lo último que escuchó antes de que todo se desvaneciera. Pero para ella, había paz en su elección. No más traiciones, no más dolor.
Solo silencio.
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