Recuerdo ese día.
El acompañamiento había acabado. La psicóloga me había dado de alta en esos temas de supervisión, ya no la necesitaba, supongo que todos esos dias de innecesaria proteccion había acabado.
Ella había pedido a mis familiares que me dieran un día a solas para probar mi entendimiento, para ver qué tanto había comprendido en aquellas terapias.
No tenía antidepresivos encima, no había nadie en casa, no había ruido, no había ningún pensamiento mal agradecido en el ambiente.
Había comido bien, mucho mejor que aquello días. claro, exceptuando que debía cocinar con cucharas. Mientras que los cuchillos se encontrarán aún en aquella alacena con seguro, para evitar algun “accidente".
Sin nada filoso, sin nada a mi alcance. Nada más que el aturdidor silencio y la vista puesta en aquel suelo, lleno de jueguetes de el pequeño primo que nos habia visitado por la mañana.
Una pelota, cartas regadas, bloques de construcción, un cuerda de saltar.
Espera, ¿Una cuerda?.
Aún recuerdo aquella colorida cuerda de saltar, con agarraderos rojos, como la sangre que hubiera podido correr si no fueran Sido tan cuidadosos.
“que estúpida eres, ¿Vas a acabar todo esto con una patética cuerda de saltar?" Las voces se burlaron al instante en que mi mente coincidio con esa idea.
Has estado mejorando. Las cosas no se están yendo a la mierda, ¿Porque deseas aquella cuerda alrededor de tu cuello? ¿Porque la quieres colgada de esos barrotes de el techo? ¿Porque estás colocando música mientras arrastras una silla?.
La canción alegré resuena, la silla de madera es arrastrada por mi hacia aquellos barrotes. Mis manos tiemblan un poco mientras amarro lo más fuerte que puedo esa maldita cuerda de saltar.
La observo en silencio, por mi mente pasa dejar alguna nota o carta, quizás insultar a todos en ella y colgarla junto a mi cuerpo sin vida.
¿De verdad te interesa que algunos de ellos conozca las causas de porque estuviste ahí, atando una cuerda en el techo? Vamos, que chiste tiene si no estarás para ver esas caras de hipocresía.
-no lo necesitas - murmuro para mí. Me subo a la silla y evaluó aquello. No hay vuelta atrás, solo un salto y toda está jodida realidad desaparecerá.
Solo un salto y todo dirá adiós.
“¿No vas a hacerlo verdad? ¡Miedosa, miedosa, miedosa, miedosa! ¡No vas a hacerlo! ¡Miedosa, miedosa miedosa!- mi mente grita entre risas, mis temblores ocasionan que la silla se mueva. -¿Acaso es otro de tus jueguitos, Alexa? ¿Acaso solo te estás tentanto nuevamente sabiendo que no eres capaz"?- mi cabeza repite con fuerza.
Me aferró a la cuerda. Tomo los extremos y los paso por mi cuello de un solo tirón. No te arrepientas, ya estás aquí, ya no seas tan cobarde.
No más soledad, no más pensamientos críticos, no más. Solo descansa, solo rindete, sin que aquellas voces egocéntricas se involucren.
No más.
La canción estaba llegando a mi parte favorita. murmuré la letra, mientras sentía la cabeza arder gracias a la falta de algunos ridículos calmantes. Mi pie tentando en la orilla a saltar.
“¿Es lo más lejos que puedes llegar? No lo creó, salta.- mi mente pidió, rogó.
Me relami los labios, la canción acabó. El absurdo silencio me abrumó en segundos otra vez. Aquella infinidad de veces solicitaba que diera ese paso rápido.
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•quítate el disfraz, frente a mi.•©
RomanceNisiquiera sabes quién eres, eso no importa. Creo que después de todo, el mundo vive en constante cambio, ¿podrías tu, acaso aceptarme con todas mis máscaras?.