La alarma estaba programada a las 6:00am, aun faltaban dos horas, ¿Que hacía yo a las 4:00am, en el borde de la cama pensando en si todo aquello valía la pena? ¿Que hacía yo ahí debatiendo si debía seguír un día más?.
Solo olvida todo. Solo un par de calmantes, solo un baño a las cuatro de la mañana, solo fingir claridad mientras peino el cabello mal cortado y maquillo las ojeras frente al espejo que podría haber deseado romper más de una vez.
Quizás nada de eso era para mí. Tal vez nada me pertenecía, ni la carrera que siempre quise estudiar, ni el deporte que quise practicar alguna vez, ni los amigos, ni la familia, mucho menos la vida.
Quizás era solo yo por siempre, quizás no había más, solo eso para ver.
¿Porque me seguía pareciendo injusto? ¿Que tenía de malo? ¿Porque deseaba todo lo que estaba a mi alrededor?.
Los audífonos apagados en mis oídos, cumpliendo la función de tener como excusa aquello para no hablar o siquiera mirar a alguien me recordaban lo patética que actuaba.
La cara fingida de calma y las palabras bien ensayadas por si alguien se me acercaba almenos unos cortos segundos, se repetían seguidamente en mi cabeza.
-¡Ey!- la voz masculina a mis espaldas se escuchó. Aquel chico tranquilo estaba ahí, aún lado de mi, sonriendo.
El nerviosismo me atacó en segundos. Guarde el teléfono en el bolsillo, para que aquello no delatará el temblor en mis manos.
-hola, andre- sonrió, mientras quitó uno de los audífonos para oír mejor, aunque no estuviera escuchando nada por estos.
Se quedó a mi lado, mientras observaba a su alrededor -¿Cómo estamos hoy, eh?- la calma en su voz solía parecerme irreal siempre. Cuánta tranquilidad, díos.
Intenté contestar aquello, al mismo tiempo que las personas que veían clases con André se acercaban a saludarlo, cerrandome la boca. Fue casi imposible soportar la presión de tener a más de 5 personas en el mismo espacio, hablando entre si.
Que destructivo, que desagradable, que odioso.
“solo vete por ahí, estás atravesada entre esas personas que no conoces" mi mente reaccionó diciéndome aquello. No los conoces, solo muevete de ahí.
Intenté buscar un lugar tranquilo, pero la entrada de aquella institución estaba llena. Los gritos y voces al mismo tiempo me tenían mareada desde allí. Mi mente no lograba mandar señales claras a mis pies y mis manos temblaban ante el ritmo de mi acelerado corazón.
Maldeci internamente en cuanto la vista se me nublo y los puntos borrosos aparecieron en cuanto intente enfocar hacia otro lado. Mal día para que los calmantes hicieran efecto más rápido de lo habitual.
Trate de disimular, mientras fingía escuchar lo que los compañeros de André decían y la incomodidad en la vista avanzaba.
Supongo que eso no fue nada, comparado con aquel estúpido momento de luego. Hubiera sido sarcástico mencionar que mi día había empezado mal, sin esperar a continuación eso.
-¡Andre!- la chica paso frente a mi, haciendo que retrocediera un poco para no chocar con ella.
El abrazo entre ellos frente a mi, me desubico un poco. Me pareció raro que mi mente no enviara algún mal comentario de el momento, ¿Pero que? Creo que hasta las voces en mi mente seguían procesando aquello.
Ella, Perla.
Decir que aquella chica no era linda, sería una gran mentira. Porque todo en ella gritaba atractivo, desde sus ojos hasta aquella sonrisa. Y ni hablar de la agradable y bonita personalidad, que ni asistiendo el resto de mi vida a terapia, podría tener.
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•quítate el disfraz, frente a mi.•©
RomanceNisiquiera sabes quién eres, eso no importa. Creo que después de todo, el mundo vive en constante cambio, ¿podrías tu, acaso aceptarme con todas mis máscaras?.