Hay muchos Gritos. Son tan fuertes, que me hacen perder la cordura en solo segundos. Los sonidos a mi alrededor se vuelven más audibles, abrumadores. Son como un frío golpe en la cien.
El ruido es desordenado. No tiene sentido. Es tan confuso que me hace tomarme la cabeza en busca de que todo eso acabe. La risa me ataca, es gracioso, es patético, es estúpido.
No estoy dormida. Puedo sentir. Estoy percibiendo emociones y aquello es demasiado doloroso. Almenos demasiado después de haber permanecido por tanto tiempo evitandolas.
Tanto. Que ni siquiera recordaba, cómo todo eso se sentía. Era obvio que todas esas sensaciones me tenían aterrada.
-¿Tres horas haciendo una ridícula tarea?- había preguntando el hombre, frente a aquella mesa de el comedor. Dónde se encontraban todos mis útiles regados.
Todo mi comportamiento y miedo en esos instantes. Se debían a una sola cosa: “falta de un par de pastillas".
Claro, yo debía pasar por todo ese caos, almenos una vez a la semana. En cuanto estas se acababan y esperaba “pacientemente" a que mi tía comprará algunas más.
Creo que no importaba que tan independiente fuera. Tenía claro que aquellas malditas pastillitas eran demasiado caras como para costearlas yo misma. Si, era un sarcasmo total, el odiarlas y aún así necesitarlas.
Estaba mareada. Con náuseas, con pánico. El frío ficticio y aquellos gritos me tenian bajo efectos de odio. Las voces se reían.
-Es u-un tema bastante l-largo..- intenté hablar con claridad. Pero termine murmurando esas palabras con demasiada duda y temor.
Era irreal. El miedo me tenía tirada sobre esa silla, mientras fingía escribir en aquellas hojas de papel. Cuando, no podia ni siquiera tomar el lápiz. Las manos me temblaban de más. No podía coincidir la mente con tales acciones.
Tenia pánico. Tenía la vista demasiado clara, no había puntos borrosos, no había cansancio, no había nada. Estaba procesando emociones sin problemas, estaba sintiendo. Todos mis sentidos estaban despiertos y podia utilizarlos.
Yo no sabía cómo hacerlo. Yo no sabía controlarlos, yo me volvía un caos ante cualquier cosa y esa era la razón por la cual tomar aquello era mi mejor opción.
Pero.
¿Enserio me había acostumbrado tanto a esos calmantes, que no recordaba cómo era existir, sin ellos? ¿enserio ese golpe de sentimientos se sentía así? ¿Enserio yo era tan vulnerable a mis propias emociones?. No lo recordaba. Pero aun así, tampoco me agradaba.
-¿No sabes hablar bien, acaso?- alzó la voz. Se paró dominante frente a mi, como si yo debería temer ante tales palabras llenas de odio.
Es demasiado ruido. Me tiene atormentada. La molestia se hace presente rápido y aquello es un terrible dolor. Empieza a dudar de la realidad rápido, de que si el está delante de mi o no, si todo eso es real o no.
Se vuelve pesado respirar. Mi cabeza no quiere cooperar. Me traiciona, haciéndome creer que puedo con eso, Pero no es así. Estoy perdida. Las manos me tiemblan, siento el frío y las ganas de golpearme contra algo, hasta romperme la cabeza.
Mucho ruido. Desorden, descontrol. Mucho frío. Mucho miedo, mucha repulsión.
-muerete.- contesté sin pensarlo. Mientras apretaba el lápiz entre mis manos. Intentando que aquel enojó descomunal bajara un poco.
Su cara cambio rápido. El hombre delante de mi se mostró neutro por unos segundos. En los que se dedicaba a poner ambas manos en aquella mesa, de el comedor.
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•quítate el disfraz, frente a mi.•©
RomanceNisiquiera sabes quién eres, eso no importa. Creo que después de todo, el mundo vive en constante cambio, ¿podrías tu, acaso aceptarme con todas mis máscaras?.