¹¹|erratico.

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Siempre me dió igual todo. Siempre cargué con un horrible odio encima como si no hubiera nada más para sentir en este mundo. Aunque, bueno, supongo que todos ellos me habían obligado a creer aquello.

Y no se habían equivocado. El mundo era un constante cambio. Todos engañaban, todos se encontraban perdidos.

Aunque algunos se escondían de las sombras de el olvido y otros preferían luchar en la luz de la esperanza, si claro. ¿Cómo te explico que quiero que te rindas junto a mi en esa fría oscuridad, André?.

-alexa...- susurro.

¿Acaso como tú pretendias ganar sin pisotear a otros? ¿Acaso pensaste alguna vez que ser buena persona iba a ayudarte? O cazas o te cazan, no existe punto medio, en este asco de mundo.

Si, no importaba.

Yo era el payaso de entretenimiento de el absurdo destino, que no sintió ni un miserable segundo compasión de mi, Aunque mi simple existencia fuera dolorosa.

¿Y sabes Que? No me importa, Vete a la mierda destino.

Los besos van y vienen. Las caricias, los roces, los toques. Sus manos me presionan contra el sin decencia. Su mano en mi cuello me aprieta como realmente buscará matarme.

Me muerde los labios. Me toma de el cabello, me agarra, me ataca. Sus ojos se mueven indecisos hacia mi, como si temiera.

¿Pero a qué?.

-eres tan perfecta..- murmura entre jadeos contra mi. Provocando que levanté la cara y me encuentre con su rostro inexpresivo observandome. Cómo si nada de eso le provocara el minimo descontrol, como si no estuviera muriendo justo ahora, gracias a mi.

Cómo si su respiración sin equilibrio no lo traicionara. Cómo si sus ojos llenos de instinto no estuvieran al borde de la locura, mientras me aprieta contra el.

Claro.

Mi mano tiembla. La elevó un poco hacia el y acaricio su mejilla con suavidad. La leve sonrisa en su cara me hace morderme la lengua en resignación.

Maldita sea.

El no era André. No era sus rostro entre mis manos, no era su cuerpo contra el mio, mucho menos eran sus labios los que se movían en coordinación contra mi mente, mientras me hacían agonizar.

No era el.

-¿Ah sí?- insinue retrocediendo un poco, con una sonrisa traviesa en la cara. Al mismo tiempo que este se acercaba a mi cara con tentación. Todo se borró al momento en que mi espalda chocó contra la mesa detrás de mi, frenandome en seco.

El sonrió con victoria. Se relamio los labios y se movió hacia mi con rapidez. Su boca casi rozaba la mía. Sus manos apretaban mis mejillas mientras me miraba fijamente, con algo de curiosidad.

Su cara de tentación dictaba que aquello era tan sastifactorio para el, como aquel ruido para mí.

La tensión entre ambos me estaba amenazando. -maldita sea- dijo en un murmuro. Mientras pasaba sus dedos por mis labios con deseo. Provocando miradas desubicadas de mi parte, al mismo tiempo que mi mente intentaba comprender todo aquello, que sucedía.

-stan..- solté de regreso. Mientras elevaba los ojos hacia el, gracias a la gran diferencia de altura entre amhos.

Stan, Stan, Stan.

Un chico con problemas emocionales, y carencias de el mismo tipo, no muy distinto a mi. Con rechazos de la humanidad y cero ganas de conocer el mundo exterior como en realidad era, con la preferencia de vivir en un mundo inventado por el, en base a sus necesidades.

•quítate el disfraz, frente a mi.•©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora