CELEBRACIÓN

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MAFIN


~CELEBRACIÓN~

Cuando Fina abrió los ojos, no estuvo segura de dónde se encontraba. La luz entraba desde un lugar diferente al de su habitación en el piso de la colonia. Unos golpes suaves, casi tímidos, en la puerta le hicieron mirar en esa dirección. Estaba en el hotel de Madrid. De nuevo los golpes.

—¡Fina! —escuchó que susurraba Marta al otro lado.

Fina se quitó las sábanas de encima como pudo. Por lo visto, había acabado enredada en ellas durante su batalla campal nocturna. Se incorporó y, descalza, se dirigió a la puerta que comunicaba ambas habitaciones.

—Pasa —le dijo—. El pestillo está quitado.

—En la otra puerta —respondió Marta y Fina se sobresaltó al escuchar su voz desde un lugar que no esperaba.

Fue hacia la puerta que daba al pasillo del hotel, quitó el seguro y abrió. Una Marta impecable y sonriente aguardaba con las manos echadas a la espalda como una niña traviesa.

—Pero, ¿qué hora es? ¿Me he dormido?

—No. No —respondió Marta con apremio—. Soy yo la que ha madrugado más de la cuenta.

—¿Qué tal has pasado la noche? —le preguntó Fina con gravedad.

La sonrisa de Marta se desdibujó un poco, pero sin llegar a difuminarse por completo.

—No ha sido una fiesta, pero bien. Gracias por preocuparte.

Fina no sabía muy bien cómo interpretar la actitud de Marta. En apariencia se la veía mucho mejor que el día anterior. Estaba radiante, pero Fina dudaba hasta qué punto esa impresión era efecto del maquillaje.

—Dame un par de minutos y me visto para ir a las tiendas —dijo Fina indicándole con la mano el interior de la habitación.

—No hay prisa. Aún tenemos tiempo antes de que abran.

—Pero ¿qué hora es?

Fina fue hacia la mesilla y cogió su reloj de pulsera.

—¡Las ocho y media! —exclamó y volvió hacia la puerta—. ¿Desde qué hora estás levantada?

—Desde las seis y media. He salido a dar una vuelta para aclarar las ideas. La primera hora de la mañana siempre me ha parecido el momento del día más...

—¿Esclarecedor?

Marta soltó una carcajada.

—Sí.

—Te diría que podías haberme avisado sin problema, pero asumo que si no lo has hecho es porque necesitabas estar sola.

—Así era —respondió Marta con sinceridad y a Fina le sorprendió reconocer esa franqueza en su mirada—. Ayer fue un día intenso. Tenía que procesar todo lo que había ocurrido.

Le gustaba que respondiera abiertamente sin salirse por peteneras, sin omitir que el día anterior habían sucedido cosas importantes. Algo se ablandó dentro de Fina al ver que estaba dispuesta a hablar de ello. Quizá se había equivocado al pensar que Marta levantaría de nuevo un muro a su alrededor alejándola de ella.

—Había mucho acumulado dentro. Por eso... —Marta mostró sus manos que habían permanecido ocultas en su espalda todo el tiempo— en agradecimiento por tu escucha, te he traído esto.

Fina cogió sorprendida la bolsa de papel que le entregaba. Tenía un nombre impreso en ella.

—Siempre que vengo a Madrid sola, paso por esta pastelería y los compro.

MAFIN - TRES DÍAS, DOS NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora