RENDICIÓN

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Nota: Muchas gracias a todas las personas que estáis siguiendo este fanfic sobre nuestras queridas MAFIN. Durante un par de días no voy a poder subir nada, pero luego volveré con la artillería pesada (guiño, codazo, guiño).


MAFIN

~RENDICIÓN~

Carmen entró apresurada por la puerta del almacén hacia la tienda terminando de colocarse el pelo.

—Vaya nochecita toledana que hemos pasado —dijo mirando a Fina y señalándose las ojeras—. Estoy yo como para ir hoy a las tiendas de Madrid.

—No te preocupes. Estás perfecta —la aduló acomodándole uno de los rizos sobre el hombro.

—Eso lo dices tú que me miras con buenos ojos. —Carmen echó un vistazo a la tienda—. ¿Y Claudia?

—Ha ido a por cambio a la cantina.

—¿Soy yo o va mucho por allí? —preguntó con retintín.

—Quizá su imposible ande por esos lares —respondió Fina arqueando las cejas con una sonrisa pícara.

Carmen se quedó mirando hacia la puerta pensativa. Después, se volvió hacia Fina.

—¿Por qué crees que no habrá querido decirnos quién es?

—Tendrá sus motivos.

—Pero somos sus amigas.

—La amistad no obliga a contarse todo.

—Hija, pues a mí me ayuda una barbaridad desahogarme contigo y contarte todo al detalle.

—Ya. Algunas veces preferiría no saber tanto, la verdad —le reprochó.

—Siempre acabas viendo algo que a mí se me escapa —continuó Carmen ignorando a su amiga— o me das un punto de vista que no se me había ocurrido.

—Para el caso que me haces...

—Ay, no me lo recuerdes más.

—¿Has sabido algo de Tasio?

—Nada, ni un mísero mensaje —respondió mostrándole el móvil.

—No te preocupes, se le acabará pasando el enfado.

—Ya. Si lo que me gustaría saber a mí es si está justificado ese enfado o no.

—Ay, Carmen. No empieces otra vez con eso.

—¿Y qué quieres que haga? —preguntó mientras se pintaba los labios de color rojo granate mirándose en uno de los dos espejos de la tienda colocados estratégicamente para reflejar la luz que entraba por las ventanas dando más amplitud a la estancia.

—Confiar, Carmen. Confiar.

—Ya, pero una no quiere que la tomen por idiota, ¿sabes? Además, que hay mucho en juego, y nunca mejor dicho. —Carmen se miró la muñeca—. ¡Ay, no me he puesto el reloj! ¡Qué hora es! ¿Voy bien de tiempo? No quiero llegar tarde.

Fina cogió el teléfono que Carmen había dejado encima del mostrador y, pulsando el botón de bloqueo, le mostró la pantalla con la hora.

—Tranquila. Queda una hora para que salga el tren a Madrid. Te da tiempo de sobra a llegar a la estación. —Por un momento, se la quedó mirando—. ¡Ay, chica, me das una envidia!

—¿Por ir a Madrid? Tampoco te creas que es nada del otro mundo.

—Sí, por ir a Madrid —respondió Fina poniendo los ojos en blanco ante las pocas luces de su amiga.

MAFIN - TRES DÍAS, DOS NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora