INFLEXIÓN

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MAFIN


~INFLEXIÓN~

—Los muffins han dejado el listón muy alto —comentó Fina al salir del hotel.

—¿Tanto como para desbancar a los suizos?

—Tanto.

—¡No! —exclamó Marta de forma exagerada y eso arrancó una carcajada a Fina—. ¡No me lo puedo creer!

—Pues créetelo. Se acaban de convertir en mi bollito favorito.

Marta sintió cierta satisfacción. Le encantaba cómo había empezado el día y algo se le removió dentro por la emoción de lo que estaba por venir. Reacomodó los zapatos de Fina y los suyos en el bolso. Comprobó la hora en su reloj de pulsera y miró a ambos lados de la calle tratando de decidir hacia dónde dirigirse en primer lugar. Había tantas cosas que quería enseñarle... A pesar de que habían decidido ambas, estratégicamente, ponerse zapatillas en previsión de las caminatas que les esperaban para así poder aguantar sin sentir el deseo de amputarse los pies, Marta asumió que no sería suficiente como para recuperar el tiempo que el incidente del día anterior les había robado. Tendría que renunciar a alguno de los lugares más representativos. ¿Pero cuál dejar fuera?

—¿Qué sucede? —preguntó Fina colocándose a su lado.

—Trato de elegir.

—¿El qué?

—Madrid es grande y no tenemos mucho tiempo y menos, después de lo de ayer.

—Lo de ayer fue necesario para que hoy estemos aquí. Así.

Marta se la quedó mirando. Sí, Fina tenía razón. Si el día anterior no hubiera sido como había sido, su actitud hoy no sería la que es. No se sentiría tan plena como lo hacía en ese mismo instante, disfrutando del modo en que los rayos de sol de la mañana acariciaban con su calidez la piel morena de Fina dándole unos matices ámbar a sus ojos que jamás había visto. No se habría permitido disfrutar de su sonrisa. Sintió deseos de besarla en ese mismo momento, pero hizo un esfuerzo titánico para resistir el impulso que la atraía hacia ella como un imán. Se había propuesto no hacer nada que comprometiera a Fina y lo iba a cumplir.

—Aun así, siento que ayer no resultara como esperabas —dijo Marta tratando de quitarse la imagen de Fina y ella besándose de la cabeza—. Te prometo que hoy no te defraudará.

—No esperaba nada, así que cualquier cosa que suceda lo hará maravilloso.

—¿Siempre haces que todo sea tan sencillo?

Fina frunció el ceño.

—No sé. Creo que la vida ya es lo bastante complicada como para andar enredándola más con cosas que no tienen importancia.

—Para mí es importante que disfrutes del viaje.

—Pues eso es fácil: basta con que lo hagas tú. Nada más. Te aseguro que eso lo hará perfecto.

—Pero...

—Marta, no me importa perderme los sitios más emblemáticos.

—Ya pero...

—De verdad. Eso es fácil de ver en cualquier momento. Basta con ir a un punto de información turística. Estoy segura de que me indicarán una ruta perfecta para no perderme ni un solo monumento. Yo no quiero ver ese Madrid. Quiero que me enseñes el tuyo.

El corazón se le derritió un poquito más y Marta se permitió amarla a través de su mirada, dejando que la inundara por completo e incendiara su alma con el aire de sus palabras. Porque, sí, durante la noche se había prometido que no cometería ninguna locura, pero se había concedido la licencia de sentir y dejar de negarse una y otra vez los sentimientos que Fina despertaba en ella porque, fueran o no correspondidos, no iban a abandonarla. ¿Por qué entonces no amarla? ¿Por qué no disfrutar de todo lo que sentía cuando estaba a su lado si era lo mejor que le había ocurrido en mucho tiempo?

MAFIN - TRES DÍAS, DOS NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora