CAPÍTULO XVI

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SHINJURO

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SHINJURO

Me encontraba de pie en lugar donde todo era obscuro, no se diferenciaba el suelo del techo, tampoco si había paredes, tan solo había negrura, se sentía un vacío en el ambiente, hacía frío más no había fuente alguna en donde pudiera encontrar calor. Estaba en el limbo.

Un lugar en el que me enfrentaba con mi propia compañía. Pudiendo reconocerme a mí mismo, mis debilidades y mis fortalezas. Cosas que no podría ver en otro momento, cegado por el mundo que me rodeaba.

Ahora el destino me pondría en un mundo propio para ser el juez de mis propios actos.

Esperaba encontrarme con Ruka, esperaba estar ya muerto, más ella nunca llegó, estuve lo que me pareció una eternidad solo, en una infinidad de oscuridad, el vacío oculto de mi mente. Tuve tiempo para pensar, en ese lugar el tiempo no existe, en ese lugar solo eres tú contra ti mismo. Pensé en la fortuna de que el amanecer impidiera que aquella aberración pusiera fin a mi vida. En como gracias al sol ahora podría conservar la oportunidad de vivir mi vida tal como le había prometido a Ruka.

Cuando por fin pude estar en paz con mi mente, sentí como caía a un abismo que me hizo abrir los ojos, sentía mi cuerpo pesado y mi garganta seca. Poco a poco me fui incorporando, vi a mi alrededor encontrándome en una habitación de lo que parecía ser la finca mariposa. Gruñí al sentir un leve peso en mi pecho que hacía mis costillas doler, al bajar la mirada noté a Kyojuro durmiendo. Un ruido a mi izquierda me alarmó, al girar la cabeza vi a mi esposa mirándome con los ojos totalmente abiertos y una expresión de alivio en ellos.

No pude hacer más que pronunciar su nombre.

–N-nayoko –Comencé a toser por la resequedad en mi garganta, intenté salir de la cama y caminar, pero al quedar sentado Kyojuro abrió los ojos desconcertado, al verme estos se abrieron como nunca, no tardó en abalanzarse a mi cuello para abrazarme, en el acto me dio leve rodillazo en las costillas que me hizo gruñir, volví a girarme, esta vez Nayoko estaba sentada en la cama llorando a mares. Alcé los brazos y los rodeé a los tres, mis dos hijos y mi esposa.

–S-Shinjuro ¡No sabe lo angustiada que estaba! ¡Kyojuro no quería separarse de usted! –Sentí una opresión en el pecho cuando me dijo eso, al parecer esto les había traído muchos problemas. Besé la cabeza de mis hijos y los labios de mi esposa, ella entre lágrimas correspondió, luego al igual que Kyojuro de prendió en un abrazo a mi cuello. Con la poca fuerza que tenía le acaricié el cabello, estaba suelto y caía en cascada hacia un lado de su espalda quedando al aire a lado de su hombro, continuaba siendo muy largo, tal vez hasta los muslos, había crecido más desde que la vi por primera vez. Pero esta vez lo diferente eran los sentimientos.

En ese momento éramos desconocidos ignorantes del futuro en el que pasaríamos juntos los amaneceres y los ocasos. Siendo un mutuo desvelo.

–Shh, estoy- –No pude hablar al volver a toser, al parecer mi garganta parecía un desierto. Ella al notarlo tomó una jarra con agua que había en una mesita auxiliar y sirvió un vaso, me lo acercó a los labios y yo bebí como si mi vida dependiera de ello. Un hilo de agua se derramaba por la comisura izquierda de mis labios, ella con un pañuelo lo seco con delicadeza, podría acostumbrarme a toda esta atención.

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