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Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escuchar las palabras “Tenemos que hablar”. El nudo en mi estómago me advertía que lo que estaba por venir no seria bueno.

Aunque ya tenía una idea de lo que diría, no quería amargarme el día pensando en Rosalinda.

Asentí y me acerqué al sofá dónde él estaba sentado.

Antonio- Aquí no, hablaremos en mi despacho. Espérame ahí -dijo sin levantar la vista de sus documentos-

Me levanté del sofá para caminar al lugar que tanto odiaba.

Entré al oscuro lugar que mi padre hacía llamar "despacho".

¿Por qué tuvo que elegír un lugar tan aterrador como lugar de trabajo?

Dejé mi mochila en una de las sillas y me senté a esperar, cada segundo sintiéndose como una eternidad. Las voces de mi padre y Rosalinda se acercaban, y mi corazón latía con más fuerza.

Al entrar, se hizo el silencio. Mi padre se sentó, y Rosalinda lo hizo a su lado. Intercambiaron una mirada cargada de complicidad. Suspiré, sintiendo que el aire se volvía denso.

Antonio- Elizabeth -dijo con un poco de molestia- Antes de que empieces con tu drama escucha hasta el final -su mirada transmitía mucha serenidad- Esto es en serio, y quiero que lo tomes con respeto; no que empieces con estupideces, no tienes cinco años; tienes dieciocho, ¿Puedes comportarte y no actuar como si fueras tu madre? -frunció levemente el ceño-

Quería reclamar, por el hecho de hablar así de mi madre, pero asentí en contra de mi voluntad.

Antonio- Bien... Rosa... -hizo una pausa buscando las palabras correctas- Rosalinda está embarazada -

No hice nada en lo absoluto ya que esa información ya la sabía, pero escucharlo de sus palabras hizo que volviera a sentirme como la primera vez que lo escuché.

Antonio- Cómo sabrás... Rosa no es tan joven -ella lo miró con el ceño fruncido- No es la mejor edad para tener un bebé, y necesito que se lleven bien para que el proceso de su embarazo sea lo mejor posible -suspiró- Sé que es difícil para ti, si no lo quieren hacer por mi o por ella... hazlo por el bebé podrías llegar a matar, tu hermano...-

Mis ojos se abrieron como plato al escuchar sus palabras, ¿Qué quería decir eso?¿Acaso estaba insinuando que si algo le llegaba a pasar al bebé, sería mi culpa?

El aire en mis pulmones empezaba a escaparse.

Abrí la boca para renegar pero al pensarlo mejor me callé; lo único que haría sería enojar más a mi padre.

Antonio- Volveremos a contratar personas para el cuidado de la casa, ya que Rosa no se podrá encargar de ello -una pequeña sonrisa se formó en mis labios en pensar en Marta- Ni lo pienses. Marta no volverá a trabajar aquí -dijo molesto- Sí Rosa llega a tener problemas durante su embarazo tú te iras de esta casa -

Abrí la boca completamente sorprendida, ¿Realmente sería capaz de echarme? Claro, es Antonio, no le importó en lo absoluto.

Antonio- Tú eres mayor de edad y sabrás arreglártelas sola, te pagaré un apartamento, pero no pisarás esta casa hasta que tu hermano nazca -suspiró-
Quiero que empiecen desde cero, puedes comenzar por llamarla "madre" en lugar de su nombre-

Mordí mi labio para no soltar las miles que cosas que tenía por decir.

Antonio- Quieras o no, ella será tu madre cuando nos casemos -por su mirada sabía que estaba hablando muy en serio-

Todas las palabras que había estado guardo empezaron a salir al no resistirme.

Ely- No, eso no pasará. -dije completamente molesta- Ella no es mi madre. Nunca lo será y tampoco quiero que lo sea ¿Por qué? -me levanté de la silla y lo miré amenazante- porque mí verdadera madre la mataste tú, y eso nunca te lo perdonaré, pero yo no tengo que hacer nada, porque la culpa te perseguirá toda tú vida, aunque construyas miles y miles de familias. Nunca lo podrás olvidar -dije histérica-

Mi Chico Perfecto | Iván BuhajerukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora