Caminaba perdida entre la multitud del paddock, buscando a una única persona. Mi corazón latía con fuerza mientras recorría cada rincón, desesperada por encontrarlo.
Quería hablar con él después de lo que había hablado con Lando. Tenía que intentarlo, tenía que saber si realmente quedaba algo que podía funcionar. Pero, mientras más buscaba, más parecía que se había desvanecido en el aire.
—¿Franco? —pregunté a un mecánico de su equipo, quien me miró con confusión antes de encogerse de hombros.
Suspiré, frustrada, cuando vi una figura familiar a lo lejos. Alex Albon caminaba tranquilamente hacia mí, con esa sonrisa relajada que siempre parecía llevar puesta.
—¡Alex! —grité, apresurando el paso hasta alcanzarlo. Él se detuvo y me miró, levantando una ceja con curiosidad.
—Hey, ¿todo bien? —preguntó, notando la urgencia en mi voz.
—¿Has visto a Franco? —solté, casi sin aliento. Alex me miró por un momento, como si estuviera procesando mi desesperación.
—Sí, creo que ya se fue al hotel. No estaba de humor como para quedarse mucho tiempo después de la carrera. —Hizo una pausa, observando mi expresión preocupada—. ¿Quieres que te lleve? Yo también voy para allá.
Sentí un alivio inmediato. No quería perder más tiempo buscando por el paddock. Asentí rápidamente.
—Por favor.
Caminamos juntos hacia la salida, el silencio entre nosotros solo roto por los ecos del paddock en proceso de desarmarse. Me subí al auto de Alex, y mientras conducía, mi mente no podía dejar de pensar en lo que iba a decirle a Franco. El paisaje fuera de la ventana pasaba como un borrón, pero mi mente estaba a mil por hora.
Llegamos al hotel en lo que pareció ser un suspiro. Bajamos y agradecí a Alex con una sonrisa nerviosa. Él me miró con una mezcla de simpatía y comprensión.
—Buena suerte —me dijo, antes de entrar al hotel por otra puerta.
Inspiré profundamente y me dirigí a la recepción, donde le pedí al encargado que me indicara la habitación. Cuando finalmente tuve el número, me encontré parada frente a la puerta, mi corazón latiendo aún más fuerte que antes. Tomé aire una vez más y toqué suavemente la puerta.
Pasaron unos segundos que parecieron eternos antes de que la puerta se abriera lentamente, revelando a Franco. Parecía que acababa de salir de bañarse, tenía el pelo mojado y el cansancio era visible en su rostro. Me miró, sorprendido de verme ahí.
—Cami... —dijo, con la voz baja, pero antes de que pudiera decir algo más, mi cuerpo se movió por sí solo.
Me lancé hacia él, mis manos sujetaron su rostro y, sin pensarlo dos veces, lo besé. Un beso que fue cargado de todas las emociones reprimidas, de todas las dudas, la confusión, y el deseo de encontrar una respuesta a lo que sentía. Se quedó inmóvil por un segundo, como si no supiera qué estaba pasando, pero luego me correspondió, tirando de mí hacia él, abrazándome con fuerza.
—¿Qué pasó que viniste así? —se separó un poco intentando ocultar la sonrisa.
— No quiero perder más tiempo —sonreí— . Si no va a funcionar que sea por nosotros dos.
Me miró fijamente, como si estuviera tratando de procesar lo que acababa de decir. Su respiración seguía acelerada por el beso, y sus manos aún permanecían en mi cintura, manteniéndome cerca de él.
—¿Estás segura? —preguntó buscando alguna señal de duda en mis ojos.
Asentí, sintiendo una certeza que no había tenido en mucho tiempo. No quería que nada ni nadie más interfiriera. Esto era lo que realmente quería, y aunque había un riesgo, prefería correrlo que quedarme con la incertidumbre de lo que podría haber sido.
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Loco (Franco Colapinto)
FanfictionCamila, una chica totalmente común y corriente, estudiante de diseño y modelo en sus ratos libres, acompaña a su padre en un viaje de trabajo en el que su vida da un giro inesperado al tener que convivir con el nuevo icono argentino, Franco Colapint...