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El día había comenzado bien. Franco había estado relajado, respondiendo preguntas en la rueda de prensa con su carisma habitual, y yo lo observaba desde un costado, disfrutando de verlo en su elemento. Sin embargo, todo cambió cuando uno de los periodistas dirigió una pregunta hacia mí.

Cami, hemos visto que últimamente has estado muy activa por las noches, en fiestas y salidas. ¿Te preocupa que eso pueda afectar tu imagen, especialmente ahora que estás tan cerca de figuras importantes en la F1?

Me quedé helada por un segundo. Fruncí el ceño al no entender a qué se debía eso. Sentí las miradas del resto de los periodistas y de Franco a mi lado, y aunque él se mantenía sereno, noté cómo apretaba ligeramente la mandíbula.

Creo que como cualquier persona, tengo derecho a salir y divertirme cuando puedo —respondí firme.— Trabajo muy duro en mi carrera y eso no debería interferir con lo que hago en mi vida personal.

El periodista sonrió condescendientemente, como si estuviera esperando una respuesta más escandalosa, pero Franco intervino sin decir una sola palabra. Se levantó con calma, estirando una mano hacia mí, en un gesto claro de que la entrevista había terminado. Su cuerpo bloqueaba al periodista mientras me guiaba hacia la salida, alejándonos de la multitud. No fue necesario que dijera nada, su sola presencia transmitía que no iba a permitir que siguieran atacándome.

Más tarde, ya en el almuerzo, algunos de los chicos nos invitaron a comer con ellos. Les conté lo que había pasado hoy más temprano y la mayoría se indignó con la pregunta, todo iba bien hasta que Lando mencionó, entre risas, la noche en la que nos habíamos cruzado en la joda.

¿Así que Cami anda de fiesta con Lando? —jodió Carlos, dándole un codazo a Lando mientras todos se reían.

No fue nada —respondí, intentando sonar despreocupada—. Solo nos cruzamos y bailamos un rato.

Fran no decía nada, pero podía sentir su incomodidad. Cuando Lando siguió contando detalles, como que me había dado su vaso y que habíamos estado juntos hasta el amanecer, noté cómo la atmósfera a mi lado se tensaba aún más. Él trataba de mantener la compostura, pero sus manos estaban apretadas sobre la mesa, y su mirada, cada vez más fija en Lando.

¿Estás seguro que era solo un vaso? —dijo Charles, riéndose mientras Lando le seguía el juego.

Claro, los chicos no saben.

Hacía bastante que no los veía y la última vez había sido cuando estuve con Lando, que lo dejé por Fran.

Cuando terminamos de almorzar, Franco se levantó sin una palabra, su gesto era distante. Estaba claro porqué. Caminamos juntos, en silencio, hasta que finalmente me llevó a una zona más tranquila, lejos de las miradas curiosas.

—¿Todo bien? —pregunté, intentando suavizar el ambiente.

No tardó en responder. Se pasó una mano por el pelo, frustrado, y luego me miró con esa expresión que mezclaba celos y preocupación.

—No me gusta cómo hablaba de vos —soltó finalmente—. Lando, digo.

—Sí, no estuvo bueno —fruncí el ceño—. Somos amigos igual, sabés cómo es él, y los chicos no sabían que estamos juntos.

—Sí, pero me molesta igual —confesó bajando el tono.—. No sé, el chabón está como muy gede con vos, y lo último que necesito es que empiecen a hablar de ustedes y a inventar cosas.

Entendí al instante. Lo último que necesitaba era más rumores en medio de todo lo que ya había pasado con Estelle. Me acerqué, poniéndome en puntas de pie para darle un beso rápido en los labios.

Loco (Franco Colapinto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora