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—Lando... —murmuré, y nuestros ojos se encontraron al instante.

Él parecía estar en otra también, con el rostro relajado, pero en cuanto me vio, su expresión cambió. Pude ver cómo su cuerpo se tensaba, y de repente, lo que estaba haciendo cobró otro significado para él. Se estaba comiendo a Jane y justo después de yo haberle mandado ese audio que no sabía si había escuchado.

Jane me miró sorprendida al escuchar mi voz, claramente sin saber qué pasaba.

¿Lo conoces? —preguntó, todavía cerca de Lando, sin soltarlo del todo.

Intenté sonreír, aunque el nudo en mi estómago me apretaba más con cada segundo que pasaba. Jane no tenía idea de lo que significaba Lando para mí. Ella solo veía al piloto de Fórmula 1 que podía darle la fama que tanto decía querer. No podía culparla por intentar, pero me dolía por algún motivo.

Sí, lo conozco. —respondí con voz suave, evitando mirarlos demasiado.

Lando reaccionó rápidamente, soltando a Jane bruscamente con una mezcla de culpa y confusión en los ojos. Dio un paso hacia mí, ignorándola completamente, como si ella no importara. Todo su enfoque estaba ahora en mí, y eso solo hizo que la situación se volviera más incómoda.

Ey... —comenzó a decir, pero no terminó la frase.

Jane, por su parte, se dio cuenta enseguida de lo que estaba pasando y frunció el ceño. Su rostro pasó del desconcierto a la irritación.

¿En serio, Lando? ¿Vas a hacer como si no me conocieras? —le espetó con una mezcla de incredulidad y molestia.

Lando la miró por un segundo, sin saber qué decir, y eso solo enfureció más a Jane, que ahora se dirigió a mí.

Y tú —me dijo, su tono subiendo un poco más— ¿Enserio también te acostaste con él? No te bastó con Franco que tuviste que llevarte a otro piloto que te diera más fama.

Mi mandíbula llegaba al piso en ese momento, no podía creer lo que acababa de decirme. Estaba tan enojada con la enana envidiosa, tenía tantas ganas de matarla, y el efecto del "polvito mágico" no ayudaba. Reí sarcástica y me acerqué intentando intimidarla con mi altura, de pronto era un rugbier golpeador.

—Más vale que te arrepientas ya pedazo de gringa pelotuda.

Lando automáticamente se metió en medio abrazándome por la cintura y dándole la espalda a ella. Miró a uno de los costados donde había seguridad y le hizo señas a uno que rápidamente se acercó a Jane invitándola "cordialmente" a retirarse. Cuando desapareció entre la multitud devolví la mirada a Lando, que me miraba preocupado acariciando mi mejilla.

Ya pasó. —habló calmo, respiró hondo y lo seguí, tranquilizándome.— No está en sus cinco sentidos y tú tampoco.

Perdón.

No importa, era una perra, yo hubiera reaccionado igual. —sonrió.— No conocía esa faceta gangster tuya.

Reí por fin soltando toda la tensión interna que tenía.

Soy argentina, supongo que eso lo explica.

Reímos una vez más, y por un segundo me transportó a cuando solíamos estar así durante horas, jodiendo con cualquier cosa, a cuando me sentía realmente feliz.

Escuché tu audio —dijo de golpe.—. También te extrañaba... pero no entiendo por qué te alejaste. —su mirada se suavizó un poco.

Loco (Franco Colapinto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora