Favor.

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Al otro día Amber se topó de nuevo con Valeria. No quería ni mirarla a los ojos. Había corrido asustada y eso era bastante malo.

―Me alegra saber que estas bien. -Amber al verla, estaba bastante incómoda.

Valeria estaba en un banco elevado; bebiendo un trago.

―Que bueno que llegas porque hay algo que me gustaría pedirte.

Dijo la chica sosteniéndole la mirada.

―Apenas nos conocemos ¿qué es lo que quieres pedirme? .

―Santiago me dijo que anteriormente corrias y bueno necesito que alguien maneje mi moto esta noche. Es la última carrera de la temporada y la gente viene por el show. Pensé que tal vez podría animarte de alguna forma. -Dijo la chica su tono era suplicante.
Amber estaba por negarse hasta que Valeria apretó su mano.
―Te pagaré la mitad de lo que me han pagado a mi por correr estos días. No dejes que el miedo a fallar te venza de nuevo

Amber no estaba interesada en el dinero. Tampoco podía decirle que era rica. Vio el accidente había sido algo fuerte. Ella no podría manejar aunque quisiera.

―Esta bien correré contra Santiago, pero eso será todo y después me iré.

―Oye los Colombianos no somos tan terribles. – Se quejó Valeria.

―Creo que este viaje en solitario solo es una distracción para evitar lo que me aqueja.

―Bueno Barbie motociclista solo corre esta noche  y después serás libre. -Le dedicó una sonrisa y Amber le devolvió la sonrisa. Valeria era una persona interesante.
―No puedes dejar que Santiago gane -jadeó Valeria. ―Mi reputación depende de ti. El puede volverse bastante insoportable cuando alardea.

Amber asintió.

🔸🔸🔹🔹🔸

Amber miró la línea de salida. Santiago ya la observaba con una sonrisa burlona, confiado en su victoria. Nadie esperaba que ella se subiera a la moto. No era piloto, no desde que se había retirado de las carreras, pero conocía la máquina mejor que nadie.

Sin pensarlo más, se colocó el casco, subió a la moto y la sintió vibrar bajo sus manos. Sus dedos se cerraron alrededor del manillar, y en cuanto los banderines improvisados fueron agitados, aceleró.

El viento golpeó su rostro mientras la moto rugía como una bestia desatada. Santiago iba a su lado, pero Amber recordaba cada curva del circuito porque lo había visto detenidamente la noche anterior. Sabía dónde frenar, dónde acelerar, y cuando Santiago intentó cerrarle el paso en la última curva, ella ya lo había anticipado.

Derrapó con precisión milimétrica, dejando un rastro de humo y asfalto quemado, cruzó la meta justo antes que él.

El público estalló en gritos. Santiago golpeó el manillar con furia, y Valeria, levantó los brazos. Estaba en primera fila entre el público enloquecido

Amber bajó de la moto, temblando, pero con una sonrisa triunfal.

―Ganaste Barbie motociclista—le dijo Valeria cuando la tuvo de frente. La adrenalina del momento hizo que Amber tomara a la pelinegra del mentón y sin pensarlo mucho le dio un beso.

Valeria reaccionó de buena manera y le correspondió. Esto era extraño para ambas. Más por la naturaleza sobrenatural de Amber. Contenerse de no morder. Era complicado, pero no imposible. El pulso acompasado de Valeria llenaba los oídos de Amber. El corazón de una corredora puede asemejarse al de un caballo desbocado después de una carrera. Y los corazones de estas dos chicas ahora latían a la par.

―Eres increíble, Barbie motociclista.

Amber solo sonrió. Quizá nunca planeó correr, pero esa noche, en la carretera iluminada por luces neones, descubrió que la velocidad también podía ser su amiga. Su escapada a Colombia había cambiado su perspectiva de la vida:

Siempre se puede volver a empezar aunque tu corazón ya no lata del todo. No importa cuantas veces la vida te derrote. Lo que importa es como reacciones ante aquel inconveniente,  seas un vampiro o un humano“

Fin

Susurros de sangre y asfalto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora