CAPITULO 17

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LA AMARGURA DE LA REALIDAD
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La vida es un laberinto de ironías. Donde los miedos más profundos se hacen realidad. Donde lo que menos deseamos, sucede.

Recuerdo cuando pensé que había encontrado la eternidad en tus ojos. Cuando creí que el tiempo se detendría solo para nosotros. Pero la vida, cruel y caprichosa, nos recordó que somos mortales.

Darnos algo solo para quitárnoslo después. Ese es el juego cruel de la existencia. Y yo, un jugador involuntario, me siento atrapado en esta ruleta absurda de la fortuna.

La amargura de la realidad me ahoga. Me hace cuestionar el sentido de todo. ¿Por qué darnos algo si solo va a ser arrebatado?

Me acuerdo de la cafetería donde te dije que te amaba. Donde te pedí que fueras más que solo mi amiga. Esa cafetería se volvió especial para nosotros. Y ahora, en ese mismo lugar, estábamos enfrentando la cruel realidad.

Nunca estaremos preparados para afrontar ciertas realidades que jamás deseamos que sucedan. El corazón no es tan fuerte para asimilarlo. Nos aterra el cambio, la posibilidad de perderlo todo.

Regresar a casa no estaba en mis planes, la noticia cayó como un rayo en un cielo despejado. Mi corazón se desplomó, mi alma se quebró. ¿Que sería de nosotros?

Sentí que la vida se burlaba de nuestro dolor. Se reía de nuestro conflicto. Pero no quería rendirme. No quería dejar que la distancia nos separara. Quería luchar, quería intentarlo.

En mi mente, ya estaba construyendo nuestro futuro. Un terreno verde, un hogar cálido, un jardín lleno de flores. Todo listo para nosotros. Nuestra historia merecía un final feliz y estaba decidido a lograrlo.

—No tiene sentido— dijiste, con una voz que se quebraba. Tus ojos estaban tristes. Resignados. Derrotados.

—¿Por qué no?— pregunté, con una esperanza que se desvanecía.

Tus ojos se desviaron de los míos. Quedaste en silencio. Tu silencio era mucho peor que tus palabras. Tu silencio era la calma antes de la tormenta y el viento antes del huracán. Era como sentir temblar las extremidades justo antes de un terremoto.

—La distancia es cruel— respondiste, con una sonrisa amarga.

—Pero yo estoy dispuesto a intentarlo— insistí, con un corazón que latía por ti.

—Aquella llama que crees que aún está, no la dejes encendida— me dijiste, con una mirada que me atravesó el alma.

Pero no puedo apagarla. No puedo dejar de sentir que aún estamos conectados. ¿Cómo puedes pedirme algo así? Me negué. No estaba dispuesto a hacerlo. Ni siquiera quería intentarlo. Pero tú ya te habías ido. Me dejaste solo. Con mis ganas de luchar y mis sueños en el aire.

¿Qué se hace cuando la realidad es cruel y el amor es débil? ¿Que se hace cuando el impacto ha sido tan fuerte que sientes tu vida huir de ti?

¿Qué se hace cuando la realidad es cruel y el amor es débil? ¿Que se hace cuando el impacto ha sido tan fuerte que sientes tu vida huir de ti?

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⏰ Última actualización: Nov 27 ⏰

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