RACER - L.N

025, desperately

RACER.
(Baby, we're so rare,
can't stop it, like a monster)

Había dormido en la casa de mi madre desde que llegué a Japón. Ayer fui al hospital y la vi; fue muy pesado emocionalmente. No había revisado mi teléfono desde que fui al hospital, tampoco había llorado. Me había aguantado las lágrimas todos estos días.

—Mia, tienes que comer algo —decía Kai, mi hermano, mientras se sentaba al lado mío acariciándome el pelo. Él no había dormido bien, lo sabía—. El premio de Imola se canceló, me llamó Liam en la mañana. Deberías, por lo menos, tratar de mantenerte conectada con el mundo, Mimi. Sé que es difícil para ti, para mí también lo es, pero lamentablemente la vida sigue —me dice con esa suave voz de hermano mayor que siempre tiene, aunque sus palabras caen como un balde de agua fría sobre mí.

—No sé qué hacer —por primera vez siento que un par de lágrimas ruedan por mi mejilla. Abrazo a Kai con todas mis fuerzas.

—Todo va a estar bien, Mia —él dice, pero su voz no tiene ese tono confortador; sonaba más como una plegaria.

Kai me abraza más fuerte, como si con sus brazos pudiera ofrecerme un refugio seguro del caos que siento por dentro. Pero, por mucho que lo intente, no hay lugar en el que pueda esconderme de la realidad. El peso de lo que está ocurriendo me aplasta, y las lágrimas, que finalmente logran escapar, parecen no tener fin. Cada una que cae lleva consigo una parte del dolor, pero no lo suficiente.