17. 𝘋𝘦𝘴𝘢𝘧𝘪́𝘰

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No quería estar ni un minuto más en esa cuidad, quería volver a casa, a su casa, Bahía Blanca.

Buenos Aires lo ayudó mucho, creo momentos y recuerdos allí, pero la escena que acababa de vivir era simplemente una pesadilla.

Después de haber escuchado salir esas palabras de la boca menos esperada, Rodrigo ya no sabía a quien creerle.

Iván era esa persona a la cual le brindó toda su confianza, todo su ser.

Y muy pocos saben lo devastador que es oir esa clase de palabras de esa persona.

Carrera sentía un vacío dentro suyo, como si alguien hubiera disparado incontables veces en su corazón. Sentía esa clase de sentimiento.

Esa sensación que no descubres en el momento, si no en el pasar de los días, a medida que vas reconociendo lo que sucedió.

Él no sabía que había hecho mal para pagar tal precio, ¿acaso era una clase de castigo?

Pues, ese día en específico, sí se sintió como si lo fuese.

Se trataba de aquel catorce de febrero, andaba disfrutando sus últimos días en  la cuidad de Buenos Aires, lugar donde ya no se sentía bienvenido.

Las pocas personas que lograban reconocerlo lo miraban con desprecio, como si hubiera matado a alguien y lo haya subido a las redes sociales.

Esas personas tenían la otra versión de la historia. A lo mejor, ellas/os nunca sabrían de la horrible manera en la que Rodrigo se estaba muriendo.

El momento había sido tan devastador para él, que aún no podía superarlo, simplemente seguía pensando en la crueldad de esas palabras, en lo fácil que se le hizo a Iván decir aquello en frente de tantas personas.

Podían pasar los meses y Rodrigo seguiría con ese agujero en su corazón, con esa parte faltante.

Y ahora lo sentía más que otros días, la fecha no ayudaba en nada.

Ver a parejas felices, agarradas de la mano, dándose besos... Eso solo le demostraba que siempre recordaría esa tarde en la que Buhajeruk lo dejó irse con el corazón en la mano.

No tenía el valor de volver a pisar la zona donde seguía viviendo su, ahora, ex pareja. Una ola de sentimientos y recuerdos lo rodeaba cada vez que respiraba el aire de esa calle, pero se vio obligado a pasar por ahí, al menos que quisiera dejar plantado a su amigo.

Cada paso que daba significaba un nuevo pensamiento, una nueva pregunta que jamás se respondería.

La estaba pasando mal, peor de lo pensado, pero no podía aparentarlo, debía fingir que era una ruptura más, aunque no lo era.

Iván siempre significó mucho para él, desde el día en el que se hablaron por primera vez, hasta el momento en el que todo se fue a la mierda en dos minutos.

Sabía que tenía algo que siempre lo atrajo del pelinegro, nunca supo que era, pero si sabia que existía.

Capaz era su simple existencia, tal vez eran esos ojos con esas pestañas tan encantadoras, también podía ser la manera en la que se expresaba, posiblemente era esa sonrisa nerviosa que ponía cada vez que el castaño le coqueteaba o a lo mejor, la forma en la que él lo miraba a Carrera.

Muchas veces lo atrapó viéndolo fijamente, pero no era sólo eso, sino las fotos que sus fans tomaban, capturando el momento exacto en el que Buhajeruk miraba al enano como si fuera la primera maravilla del mundo.

Y si, muy posiblemente había sido aquello lo que capturó el corazón de Rodrigo, quien se seguía maldiciendo por haberle entregado todo su amor a dicho streamer.

...

  Fue esa noche en aquel hotel en Buenos Aires en el cual decidió cerrar ciclos.

¿Cómo? Pues torturandose a si mismo con los recuerdos más tiernos que había tenido junto al santafesino.

Pero, no sólo fue eso, sino también exploró lo más fondo de la memoria de su celular, encontrándose con todo tipo de párrafos, mensajes, fotos y videos.

  Y de paso recuerda con exactitud los días en los que se sentía miserable por compararse con Sara, deseando de alguna forma ser ella por solo un día. Únicamente para saber cómo se sentía cuando Spreen le hablaba o la miraba.

En su momento fueron celos, pero jamás supo cuando ni como ese sentimiento se convirtieron en envidia.

Prefería olvidarlo por ahora, aunque seguiría buscando la respuesta a dicha pregunta.

Y es entonces que llega a tal punto que piensa que lo mejor es escuchar a Iván, oir la explicación que se resistió a escuchar.

Por unos instantes, piensa que Buhajeruk en realidad nunca quiso lastimarlo y es por eso que decide guardarse todos sus insultos y preguntas para sí mismo.

De cierta forma, su suposición podía ser verdad, pues no más de una persona le ha confesado que él e Iván parecían novios por el simple hecho de como este último lo miraba.

Existían tantas posibilidades que hasta a Rodrigo le dio asco la situación, pensando que si seguía dándole la vuelta al asunto, terminaría rogándole a Spreen por una segunda oportunidad.

Y claramente, él no caería tan bajo.

Ya vivió rupturas con otras parejas, aun asi, reconocía que esto no se comparaba para nada con sus anteriores experiencias.

No solo por el hecho de que se tratará de un chico, sino porque se trataba de Iván Buhajeruk, la primera -y posiblemente única- persona con la que sintió que encajo desde el primer momento.

Ambos sabían que estaban conectados de alguna forma u otra, que merecian estar juntos e intentar las cosas una vez más. Sin embargo, sería complicado teniendo a Rodrigo Carrera presente.

Ya que, además de ser un tipo muy rencoroso, no era alguien que diera segundas oportunidades, las personas debían demostrarle que se las merecian, solo así el bahiense pensaría las cosas, sino, su pensamiento seguiría intacto.

Y esto Spreen lo sabía muy bien, por lo que tampoco se dejaría vencer tan fácil.

Desde esa tarde que el castaño se fue de su departamento de esa manera, el pelinegro supo que quería volver a tenerlo cerca de él y no para lastimarlo, sino para demostrarle que él era de las pocas personas que merecía una segunda oportunidad.

Porque sí, además de ser insistente, Iván merecía una segunda oportunidad, pero debería ir con Rodrigo y demostrarle que era cierto.

𝑇𝑂𝐾𝐼𝑂 ℎ𝑜𝑡𝑒𝑙 ; 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘰𝘴 # 𝙍𝙊𝘿𝙍𝙄𝙑𝘼𝙉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora