Capítulo 1

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ANASTASIA


Despierto y me encuentro con una mañana increíble. El sol se expande por mi ventanal mientras la brisa fresca impacta mi rostro provocando que mis ojos se cierren al disfrute de la misma. Mi mente se centra en algo muy concreto. Solo de pensar en mi novio se me acelera el corazón. Una sensación que sin duda me lleva a pensar en llevar nuestra relación al siguiente nivel. Un nivel más intimo. Hacer el amor.

Ésta semana estaré un poco ocupada por los exámenes, pero el fin de semana podría ser el día perfecto en la casa de la playa de sus papas. 

¿Y por eso dudas? Se burla mi subconsciente. 

¡Por Dios! 

Tengo que aceptar que todavía tengo dudas, pero no quiero ser la típica novia que le teme a dejar de ser virgen. En definitiva, éste fin de semanas le entregare mi virtud a José. 

Pensando en él, voy a darle los buenos días.

Sí. Se ha quedado a dormir en casa, pero con la condición impuesta por mis padres de hacerlo en recamaras separadas. 

—Buenos días, nene. ¿Cómo amaneciste? —Lo encuentro aún en cama observando su teléfono. 

—Buenos días, preciosa. —Se incorpora con una sonrisa. —Ahora que te veo muy bien. —Me siento frente a él. —¿No me extrañaste para dormir? —Pregunta con la voz ronca y llena de lujuria, que sin duda me encanta.

—Claro que si. —Me pongo de pie. —Arriba, que quiero disfrutar de éste día en la piscina. —Hace un puchero. —Además ya mis padres deben de estar en el comedor esperándonos para desayunar. —Vuelve a hacer ese tierno puchero. 

Niego con una pequeña sonrisa. 

Salgo de la recamara, pero antes de cerrar la puerta me vuelvo y mis ojos se topan con su increíble cuerpo. Es una visión realmente tentadora. Se saca su pantalón de dormir quedando en bóxer. 

¡Joder!

Definitivamente tiene un cuerpo muy bien trabajado. Mi vista se centra en su abdomen tentada a bajar. pero me abstengo ya que mi cuerpo experimenta una ola de calor y deseo de acercarme y meterme con él a la ducha. 

La voz autoritaria de mi padre me saca de mis calientes pensamientos.

—¡Anny, hija! —Escucho su grito al pie de la escalera. —Bajen a desayunar. Tu madre y yo tenemos que darte una noticia. —Me alejo de la puerta. 

 —¡Ya voy, papá! —A regañadientes me alejo de aquel cuerpo que me tienta.

Al bajar encuentro a mis padres en el comedor con el rostro serio. Ambos poseen una expresión corporal tensa que me preocupa.

—¿Qué pasa, papá? —pregunto—. ¿ Por qué esas caras? —Mamá está sentada frente a él con los ojos cristalinos y una mirada fulminante hacia él.

Mi subconsciente me alerta de que algo está mal. No es normal este tipo de mirada entre ellos. 

—Hija... —Papá se detiene abruptamente. No sabe como hablar. Traga saliva con dificultad pasando su mano por el cabello. —Sin rodeos... —Levanta la mirada que hasta ahora estaba en algún punto sin importancia. —Estamos en la banca rota. —Lo miro con el ceño fruncido. —Para tapar mi estado financiero ante ustedes, hice negocios ilegales que han salido mal. —Vuelve a pasar su mano por el cabello. —Debemos irnos, princesa. Estamos en peligro de muerte. —Una solitaria lagrima recorre su mejilla. 

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora