Capítulo 10

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CHRISTIAN


Sonrío satisfecho al verla sentada en mi sala. He tenido que usar todo mi maldito autocontrol para no irme encima de ella. Para besarla como quiero, y acariciar su piel sin reparo. 

—En unos minutos estará el almuerzo. —Asiente completamente en silencio. 

Está nerviosa. Mi presencia la inestabiliza. Cada una de las reacciones de su cuerpo son percibidas abiertamente alimentando el hambre voraz que tengo, pero me controlo.

La excusa de los documentos fue muy baja. Necesitaba que ella llegase por sus propios pies. Necesitaba tenerla en un área fuera de interrupciones, y en donde no tenga opción a escapar. Tenerla en mi casa es más de lo que un día pude haber deseado. La química baila en el aire con el deseo creciente que solamente ella ha podido despertar haciendo nueva esa jodida sensación.  

—No hay problema. —Levanto la cabeza. He tenido que fingir que leo ese puto contrato.

Dejo el documento en la mesa de centro. 

—¿Una copa de vino mientras llega? —Guarda el teléfono en su bolso. 

—Blanco, por favor. —Asiento satisfecho. 

A pesar de su distracción la siento completamente tensa. 

Sirvo una copa para cada uno. Intento hacer que se relaje. Por más que la quiero junto a mi en estos momentos, no quiero que se sienta presionada. Aunque tal vez sí lo está. Está siendo presionada por el deseo que la recorre. La forma en que aprieta sus piernas me deja claro lo que despierto en su cuerpo. Lo que anhela y de obstinada se está privando. 

—Hablame de ti. —Le entrego la copa.

Me siento junto a ella entregando por completo mi atención.

—No hay mucho que decir. —Sus mejillas se ponen de ese tono rosa que me encanta. No comprendo como ese común gesto la hace ver tan... adorable. Se ve mucho más hermosa. 

—Pienso que sí. Tus padres, amigos, pasatiempo... —Hago un vago gesto de manos que le cede la palabra. 

—Mis padres... Son únicos. Casualmente vivimos aquí. En el mismo edificio. —Frunzo el ceño. 

Estoy sorprendido.

—¿Aquí? —Asiente con una pequeña sonrisa. —¿Dónde? —Bebe un sorbo de su copa. 

Mi vista se centra por completo en sus labios. En la forma que hacen encajar el borde de la copa entre ambos labios. Aquel acto me lleva a imaginarla aprisionando mi miembro...

¡No!

¡Mierda, Grey, no vayas por ahí!

Es imposible. 

—En el piso trece. —Enarco una ceja. 

—Estás más cerca de mi, de lo que imaginé. —El sentido que llevan aquellas palabras, crean un silencio que no podría describir. 

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora