Anastasia
—Christian. —Mi voz sale en un susurro.
Todo el ánimo y las fuerzas que pude haber tenido para confesarle todo se ha esfumado dando paso nuevamente, y con más intensidad, al temor que se ha apoderado de mi cuerpo.
Observó a papá quien me sonríe con cariño. Se que intenta animarme y en parte se lo agradezco, pero el carácter fuerte de Christian me hace temerle a su reacción.
Observo al hombre que hace apoyado en el marco de la puerta, con unos vaqueros negros ajustados y una americana blanca. Esta increíblemente atractivo. No sé cómo lo hace, pero todo parece quedarle bien. Sus ojos me escanean en busca de alguna reacción que nunca llegará ya que me he quedado estática.
—Buenas noches, Michael. —Rompe el silencio que se creó en el despacho.
—Buenas noches, hijo. —Me observa y sonríe. Se pone de pie y le saluda con un apretón de manos. —¿Cómo va todo? —Papá intenta aligerar el ambiente.
—Sabes qué ser jefe es difícil —dice.
Ambos se embarcan en una de sus muy conocidas pláticas que al final terminan en trabajo y béisbol. Los hombre y su pasión por el deporte, aunque no me quejo, las mujeres y la adicción a las compras no le llega ni a los talones. Pido permiso para darme una ducha y arreglarme, el tiempo se me pasó volando con mi papá que no me dio tiempo de arreglarme.
Ya vestida y perfectamente arreglada decido bajar al salón. Cada paso que doy siento mi corazón latir a mil por segundos. Estrujo mis dedos en señal de nerviosismo...
—Estas preciosa. —Su mirada está cargada de ese sentimiento que es recíproco.
—Gracias. —Sonrío con timidez. Me observa detenidamente como si buscara algo en mi mirada. Se que se imagina muchas cosas y todas tienen que ver con la llegada de mi ex.
—Hable con tu padre. —Mis alertas se activan, y aún más al ver su mirada inquisitiva. —Me tomé unas semanas de vacaciones y las quiero compartir contigo. —¡Dios! Este hombre tiene una mirada para cada ocasión y todas ellas me intimidan. —No te preocupes por tu equipaje, ya lo solucione. —Me sorprendo.
¿Por qué decide por mi?
—Christian, yo... —me interrumpe.
Toma mi mano y automaticamente mis piernas tiemblan ante su tacto, tantos días sin sentir esa corriente tan familiar que se crea entre nosotros, la extrañaba.
—Nena, no acepto un no por respuesta. No hay una excusa válida para evadirme. —Su voz baja al pronunciar la última palabra.
Mi corazón se encoge, lo que menos quiero es hacerlo sufrir y lo estoy logrando.
—No te estoy evadiendo —susurro cabizbaja.
Es exactamente lo que hago, además de mentirle.
—Si lo haces y no sé el porqué. —Me toma de la barbilla para que levante el rostro suavemente. Ese acto tan íntimo me derrite por dentro. Miro sus hermosos ojos grises que me miran suplicantes, con un amor tan inmenso e infinito que me encierra en una burbuja de felicidad irrompible. —Anastasia, te amo. Mi propósito es hacerte feliz, deseo que seas feliz junto a mi. Por eso quiero que me acompañes, olvides el mundo y abras a mi, pero estando completamente solos. —Sus palabras me hacen estremecer. Mis sentimientos hacia él están a flor de piel. Lo amo más que a nada en este mundo y la sola idea de abrirme a él y que me escuche sin juzgarme me hace feliz, porque así sabré que nuestro amor es fuerte y firme, que no habrá secretos y que podremos estar siempre juntos.
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Una historia sin fin.
FanfictionAnastasia Steele una joven de 17 años que tenía una vida perfecta en Colombia. Por negocios ilícitos en los que se introdujo su padrastro, Michael Thompson, tuvo que abandonar su vida y mudarse a Seattle, donde adaptarse le costará 2 largos años, ad...