Capítulo 34

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Christian


No podía sacar de mi cabeza las palabras de ese tipo. Mi furia era inmensa, el simple hecho de saber que le puso una mano encima me enfureció.

Cuando la conocí me hechizó a tal punto que pase por encima de todas mis reglas con tal de tenerla, simplemente la quería junto a mi.

Hace una semana que Anastasia regreso a su casa. La he persuadido para que me diga quien es ese hombre, pero ella simplemente evade el tema diciendo que por ahora no está preparada para tocarlo. Se que algo me oculta, ese tipo significa algo en la vida de Anastasia y me lo está ocultando.

No quiero pensar que Anastasia miente, que no es la mujer sincera y tierna que conocí. No quiero dudar del amor que dice sentir por mi, pero es imposible no dudar cuando intentas ser sincero y ella simplemente se cierra a querer hablar conmigo.

—Señor, la señora Lincoln solicita hablar con usted —dice Andrea.

Andrea volvió nuevamente a tomar su puesto. Anastasia decidió regresar a la universidad, no le ha ido bien trabajando con los módulos, así que a regañadientes acepte. Ya me había acostumbrado a tenerla todo el día en la oficina junto a mi. En parte pienso que Michael estuvo detrás de todo esto, desde el incidente en la clínica ha estado mucho más pendiente de ella, incluso me pidió ayuda para convencerla y ponerle seguridad las veinticuatro horas, cosa que hasta ahora Anastasia se ha negado a aceptar.

—Hazla pasar, Andrea. —¿Qué será lo que quiere esta mujer ahora? ¿No le quedó claro que no la quiero cerca?

Apartó los contratos que estoy revisando. Presiento que esta visita no terminara nada bien.

Entra con toda la seguridad que la caracteriza. Es el vivo retrato de los milagros que hacen las cirugías estéticas. No puedo negar que se ve muy bien, viste un exclusivo vestido negro, zapatos a juego y un bolso color plata. Su rostro mantiene una radiante sonrisa que se me hace muy extraño en ella.

—¡Hola, querido! —dice, con su voz melosa que me provoca náuseas. 

¡Mierda! ¿cómo te pudiste creer amar a esta mujer en tu juventud?

—Toma asiento, Elena. —Apunto en dirección a la silla que está frente de mi escritorio. —¿Qué te trae por aquí? —pregunto curioso. 

Entrecierro mis ojos mientras observo cada gesto.

—Muy formal, Christian. ¿Ya se te olvido que somos buenos amigos? —pregunta arqueando una ceja y una sonrisa como pocas veces. Obviamente no deja atrás el tono seductor al recalcar la palabra buenos.

—Tonterías —gruñó. Esta mujer sabe cómo colmar mi paciencia—. ¿Qué quieres, Elena? —pregunto exasperado.

—Saber como estas, hace mucho no hablamos como antes. ¿Está mal que me preocupe por ti? —Su tono es burlesco. 

Ella más que nadie sabe todo lo que he tenido que pasar estos días. Estuvo presente en el alta de Anastasia para mi jodida mala suerte. Escucho completamente todo. 

—¿No crees que para eso pudiste haberme llamado? Estaría feliz de confirmarte mi estado por teléfono. —Sonrió. 

Estoy consciente que Elena no se lleva con el sarcasmo. 

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora