Capítulo 6

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CHRISTIAN


Entro a mi apartamento sintiendo mi cuerpo agotado. Me recargo en el sofá suspirando satisfactoriamente. El recuerdo de aquella castaña me llega una vez más. En toda la semana no he podido dejar de pensar en Anastasia. 

¿Qué mierda me pasa con esa mujer? 

Debo recordarme una y otra vez que es mi secretaria. Que tengo reglas y las mismas están para evitar cometer errores, pero hay algo que me arrastra hacia ella. Es como si mi cuerpo estuviera atado al suyo. Como si la necesitara, aunque puede deberse al tempo que llevo sin sumisa. 

Es eso.

Tomo mi teléfono para llamar a Elena. El mismo suena en mi mano dejando ver en el identificador el numero de mi hermana. 

Suspiro profundamente.

—Grey —contesto

Me vas  escuchar hasta el final y sin gruñidos. —Sonrío. —Elliot llega hoy y sé que tu también así que te quiero en la cena que  dará mamá. —Bufo. 

—¿Es indispensable? —Lo que menos me apetece es estar en una jodida cena luego de toda ésta semana de trabajo.

Lo lamento por ti, pero si. Mamá ha dicho que vienes o vienes. —Suelto aire bruscamente. —Además tendremos de invitada a una de mis mejores amigas. —Pongo los ojos en blanco irritado. No es común en mi al ser un gesto de poca educación, pero tratar con las amigas de mi hermana es un suplicio.

—Ahí estaré —digo resignado.   

Perfecto hermanito. A las siete. —Cuelga sin dame tiempo a despedirme. Observo el teléfono con el ceño fruncido. 

Esto es lo que me tocó por hermana. 

Suelto nuevamente el peso de mis hombros. Observo de soslayo mi reloj de mano que dan las seis. Me pongo de pie y camino en dirección a mi recamara en donde tomo una ducha. El recuerdo de aquella castaña aparece nuevamente trastornando mi mente y cuerpo. Bufo frustrado al imaginarla siendo sometida por mi. Siendo atada y poseída por mi miembro que en estos momentos se encuentra deseoso de ella. Enojado cambio la temperatura del agua por una fría que borra la deliciosa sensación de imaginar tenerla en estos momentos. 

Salgo de la ducha evitando pensar nuevamente en ella. No puedo negar que las sensaciones que despierta son agradables, pero con la misma intensidad me enfurecen. El deseo por tenerla en mi cuarto de juegos me está llevando a una constante tensión sexual que me abruma. 

Salgo encontrando a Taylor de pie en el vestíbulo. 

—Vamos. —Paso frente a él manteniendo mi mal humor. 

El camino se me hace corto. Al entrar la primera en recibirme es mi madre. Como siempre está radiante, y sus muestras excesivas de cariño me hacen sentir pequeño. 

—Pez gordo —Saludo a mi hermano. 

—Bienvenido a Seattle —digo con ironía. Me es de conocimiento su renuencia a regresar. Creo que mamá tiene la facultad de poner en cintura a sus hijos aún siendo mayores.  

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora