Capítulo 37

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Christian


—Me alegra mucho que mi niña esté contigo Christian —dice Emma, la nana de Anastasia. Sin duda esta mujer adora a mi princesa. Quien no lo haría, Anastasia es capaz de ganarse hasta una persona de corazón de piedra.

—Créame que me hace feliz saberlo. —La sonrisa que se plasma en mis labios será difícil de borrar.

Me adentro en la conversación con Emma, cuando escucho el grito ahogado de Michael seguido del estruendo provocado por la puerta principal cerrarse con fuerza. Automáticamente mis sentido se activan, por mi mente solo cruza Anastasia y una sensación de frustración e intranquilidad. Camino rápidamente hacia la sala, en donde se encuentra Michael visiblemente alterado.

—¿Qué sucede? —pregunto preocupado. Busco con la mirada a mi nena pero no logro verla. ¿Dónde está Anastasia? —pregunto ansioso.

Una ola de ansiedad recorre mi cuerpo.  Michael camina por la sala como un animal enjaulado balbuceando palabras sin sentido alguno para mi. Un escalofrío recorre mi cuerpo. 

Esto no me gusta.

—¡Michael, te estoy hablando! —Mi voz es fuerte, completamente autoritaria. —¿Dónde está Anastasia? 

—Acaba de salir. Me escucho hablando con una vieja amiga y pensó que engañaba a su madre. us palabras llevan cierto grado de tristeza, es nuevo para mi ver a un hombre tan fuerte Hay tristeza en sus palabras. 

Queda cabizbajo.

—Ahora entiendo —digo frustrado—. Saldré por ella. 

Salgo del apartamento apresurado. En el estado que se encuentra no puede ser capaz de conducir. La conozco, debe de estar sumamente alterada pensando que el mundo entero la traiciona y que nada vale la pena. Es tan terca y cerrada que se encierra sola a vivir su dolor.

—¡Joder! —Doy un golpe al jodido ascensor que tarda en llegar. 

Saco mi móvil y marco a Taylor.


—Señor —contesta impasible como siempre.

—Anastasia acaba de salir, no la dejes ir por nada del mundo. —Es clara mi angustia y temor. 

Entro al jodido ascensor una vez se abre. 

—Señor estoy en el estacionamiento. El auto de la señorita Steele se encuentra aquí, pero ella no está. —¡Joder nena! ¡¿Dónde mierda te metiste?!

—Espérame en la entrada. —Cuelgo.


¡Joder!

Se supone que hoy sería un día diferente, nos iríamos a esas vacaciones que tanto necesitamos. Quería verla relajada y poder saber que mierda es lo que esconde. El porqué de su evasiva. 

Al salir del ascensor me dirijo rápidamente a la entrada del edificio. Mis ojos captan a un sujeto hablar con Taylor. Este último está tenso, preocupado por las palabras que escucha de su teléfono. Algo está mal, una punzada impacta en mi pecho como si de una bala se tratase. El temor de imaginarla en peligro provoca un pánico atroz.

Una historia sin fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora