Niñer@ de un asesino

Cap. 27 Aparentemente, mi mente

Narra Anti:

Podría decirse que nunca antes había caminado tanto en mi vida...bueno, excepto en el día del peatón, pero eso es otro tema.

No tenía en cuenta el tiempo, pudieron haber pasado 5 minutos o quizas 5 horas, pude haber avanzado kilómetros o solamente caminaba en circulos, pero había un hecho que me desconcertaba mucho más que la perdición gradual de mi perscepción.

No estaba cansado.

No sudaba, ni sentía mis pies adoloridos, absolutamente nada, podía sentir mis dedos aún relajados y firmes con cada paso, como si en realidad no estuvieran haciendo movimiento alguno, no me dolía absolutamente nada. Claro, este hecho parecía ser muy beneficioso, pero solo me generaba muchas preguntas de cómo era posible eso, si acaso este lugar tenía algo que ver.

A medida que seguí caminando, visualice algo por primera vez, era un punto al principio que a medida que me iba acercando más, pude ver que era una puerta, y no una simple. No.

Esta era LA puerta. Creí erroneamente que era pequeña pero al estar frente a ella, tenía la altura de al menos 15 metros de alto o incluso más, quede perplejo al verla tan imponente, era de un material de piedra negra con enormes columnas que la corformaban, estaba seguro que no podría abrir tal gigante.

Aunque muy al contrario de lo que imaginé, eso solo fue una fachada, una simple ilusión que solo estaba destinada a engañar a cualquiera que lo mire.

Quise tocarla para sentir su textura pues estaba maravillado por la vista, solo bastó con las puntas de mis dedos que alcé cuidadosamente para sentir como estas traspasaban la entrada de manera que pareciera mantequilla, alejé la mano pero volví a intentarlo, con el mismo resultado, sin entender porque pasaba esto, sambullí mi brazo entero, esperando lograr tocar algo al otro lado.

Lo único que percibí fue un apretón en mi muñeca por otra mano ajena que me arrastró en contra de mi voluntar a travez de la puerta, lancé un grito de sorpresa al ver a alguien en frente de mí, tomandome de las mejillas y fulminandome con su extraña mirada bicolor. Su grisaseo cabello tocaron mi naríz con tanta suavidad que me recordó fugasmente al terciopelo.

Anti:... ¿Hola? -Estaba tan eclipsado por la nueva presencia que solo pude pronunciar un saludo, ella...¿O él? me empujó al duro pasto, espera...- ¿Pasto?

El cosquilleo en mis pies descalzos me hacían querer reir, pero de hecho, eso no era lo único diferente en este lugar, había todo un cielo azul acompañado de sus danzantes nubes que se mecían con las suaves brisas que había de a ratos, era bastante placentera la vista en realidad y ver a ese sujeto en medio de una escena tan esplendida solo era la guinda del pastel que cambiaba completamente mi imagen de zona en blanco en el que había estado anteriormente.

Con solo una camiseta blanca gigante que le llegaba por debajo de las rodillas, no parecía tener otra prenda, desvié mis ojos a su rostro, viendolo analizarme en cilencio, como si estuviera tratando de ver a travez de mi cabeza y perforarla, sin mucho éxito aparentemente porque me empezó a hablar.

-Tu eres un visitante -Me apuntó acusatoriamente con su dedo anular, como si estuviera seguro de sus palabras y ese fuera mi nombre registrado- No pueden haber visitante.

Anti: ¿Ok?...Mira, nose donde estoy ¿Podrías decirme donde hay una salida? -Me paré del suelo, sacudiendo mi trasero por la fuerte caída que tuve y le miré un poco molesto a esa extraña persona- Y convenientemente una salida que no involucre matar a un montruo, pasar los nueve mundos, conquistar un continente o algo por el estilo.

Había suficientes personas que ya hacían eso en otros universos, yo no sería uno de ellos en lo absoluto, solo mirenme, ni puedo matar a una gallina para sobrevivir, de hecho, ni a una gallina muerta podía cortarle el cuello, mi madre estaba tan decepcionada de mi...