Cap. 17 La amistad...¿aventurera?

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Narra Anti:

Alastor: No quiero...–Lo mire escéptico, con los ojos entrecerrados y un ligero pellizco detrás de mi cabeza.

Anti: Me has estado insistiendo en subirte en esta cosa por media hora y ahora no quieres. Justo cuando la fila ya está corta -Suena como si me estuviera quejando, y si me estoy quejando.

Llevo 20 minutos en esta estúpida fila, bajo un sol ardiente que me quema la piel y aguantando los llantos y risas de los niños a mi alrededor. Si juntas todo eso a que lo hacía por Alastor, la mezcla resulta en un yo, a punto de jalarle el cabello a la molesta señora delante de mi que no simula su asco a mi niño.

Pero debía mantener la calma, yo no soy violento. Todo lo contrario.

Aunque sentía que si esa mujer abría la boca, poco o nada quedaría de mi pacifismo...

Alastor: Si pero...se ve peligroso...-El niño está prácticamente escondido detrás de mi, alejando la mirada de los demás infantes que saltaban en el trampolín.

Si, un trampolín como juego de feria. Pero no como yo los conocía, no había seguridad en ese aparato. Por lo que en cualquier momento esperaba ver a alguien caer de ahí y torcerse el cuello. Supongo que Alastor vio el peligro de cerca y ya no quiso subirse.

Escuché un molesto, molesto, quejido delante de mi, esa señora está colmando mi paciencia. Y no quiero enojarme, aspire y exhale profundamente, calmando todos los malos pensamientos hacia la mujer de mediana edad.

Forcé una sonrisa tranquila en mi boca, simulando estar calmado.

Anti: Bien...entonces podemos ir al carrusel de ahí –Apunté detrás de mi, a unos metros está un colorido carrusel con caballos, cebras y otros animales. Fue mi primera opción, pero el trampolín le llamo más la atención a Alastor en cuanto llegamos– ¿Que te parece?

El castaño se inclino un poco para ver el juego que apunté, al verlo parecía pensarlo y al final asintió. Dejando que mis hombros se relajen un poco, con prisa lo lleve al juego, no sin antes ver por última vez a esa mujer, quien no me estaba mirando pero aún seguía de mal humor por su expresión de asco a mi hijo. Vieja decrepita.

Anti: Disculpe –Llamé la atención del dueño del juego, tocando su hombro con un dedo, este se giró– ¿Cuánto sería por unas vueltas? –Apunté al carrusel, que tenía poco más de 4 niños.

– 3 dólares, 10 minutos caballero, 5 dólares si quiere 15 minutos –Contestó amable el sujeto. Me pareció un buen precio la verdad, sin perder tiempo le extendí un billete de 5 dólares, no tenía mucho más de 50 dólares en este momento, debía usarlos bien– Exelente, que su hijo escoja a cual subir.

Sonriente, paro un momento el juego, entre las quejas de los demás niños que estaban ahí. Los cuales con descaro me miraron mal y uno de ellos tenía una cara de orto, sacándome la lengua.

Mocosos del demonio. Solo me pude limitar a ignorarlos, porque quería devolverles el gesto...pero perdería mi semblante maduro en público.

Escuché el balanceo de Alastor, quien con prisa monto a un caballo blanco, me pareció divertido verlo tan emocionado con el falso animal. Quizás no está tan mal está feria.

– Bien, sujetarse fuerte chicos –Avisó, el carrusel empezó a girar con la fuerza que le empleaba el hombre.

Alastor estaba que gritaba, no lo hacía pero se veía tan feliz que creo que lo hará en cualquier momento. Ahora confirmo mi especulación de que a este niño le gusta sentir el viento en su cara, sus hebras castañas de movían con fuerza por el viento y sus lentes casi se caen en una ocasión, aunque logró acomodarlas nuevamente.

Niñer@ de un asesino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora