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Unos cuantos pocos días habían pasado desde aquél primer encuentro que había tenido con Leehan, y el vínculo entre ellos dos estaba creciendo de una manera inesperada y linda

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Unos cuantos pocos días habían pasado desde aquél primer encuentro que había tenido con Leehan, y el vínculo entre ellos dos estaba creciendo de una manera inesperada y linda. Taesan se encontraba cada vez más emocionado al recibir mensajes de Leehan, los cuales se habían vuelto una parte habitual de su rutina diaria. Cada mañana, despertaba esperando ver un nuevo mensaje en su teléfono, y no había un solo día en el que no le preguntara cómo iba su jornada o cómo se sentía después de un turno largo en la cafetería.

Leehan, por su parte, siempre respondía con entusiasmo, compartiendo pequeñas anécdotas de su día o simplemente contándole sobre los libros que estaba leyendo. La facilidad con la que conversaban le hacía sentir a Taesan que había logrado un vínculo especial con él, algo que iba más allá de la simple amistad.

En una de esas tardes soleadas, Taesan decidió ir a la cafetería nuevamente. Aunque había otras cosas que podría haber hecho, el deseo de ver a Leehan y disfrutar de su compañía era más fuerte que cualquier otra opción. Al entrar, el aroma del café recién hecho que ya era demasiado familiar para él lo recibió, y su corazón se aceleró un poco al ver a Leehan detrás del mostrador, sonriendo al reconocerlo.

- ¡Hola, Taesan! - Saludó Leehan con una calidez que hacía que el estómago de Taesan diera un vuelco. - ¿Qué tal tu día?

- Ha estado bien, solo clases aburridas y aburridas y muy aburridas. - Respondió Taesan, acercándose al mostrador. - Pero ahora que estoy aquí, todo mejora. ¿Cómo va el trabajo?

Leehan sonrió y se encogió de hombros, como si la carga de su trabajo fuera algo ligero en comparación con la alegría de tener a Taesan allí.

- La verdad es que ha estado tranquilo. Así que me alegra que vinieras a verme. - Sus ojos brillaban mientras hablaban, y Taesan notó que la conexión que compartían se hacía más fuerte con cada visita.

Después de un rato charlando, Taesan decidió que quería saber un poco más sobre Leehan, algo que no hubiera aprendido en sus mensajes. Así que, con un poco de nerviosismo, se lanzó a la conversación.

- Hey, ¿qué te gusta hacer en tu tiempo libre, aparte de trabajar? - Preguntó, interesado en conocerlo más.

Leehan se iluminó con la pregunta, y eso hizo que el corazón de Taesan se llenara de alegría. La sonrisa de Leehan era contagiosa.

- Me encanta leer y escribir un poco, de hecho, estoy trabajando en un par de cuentos cortos. A veces me gusta salir a los acuarios a pasar el día, nunca me aburro estando ahí, o algunas veces simplemente me quedó en casa cuidando de mis preciosos peces. ¿Y tú? ¿Qué haces cuando no estás en clases?

Taesan sonrió, emocionado de que Leehan compartiera algo tan personal con él. Comenzaron a hablar de sus pasiones, sus gustos en música y cine, y sus planes para el futuro. Era fascinante ver cómo cada pequeño detalle los acercaba más, y Taesan podía sentir que el interés de Leehan en él era genuino.

En ese momento, la conversación fluyó de forma tan natural que casi se olvidaron del tiempo. Entre risas y anécdotas, Leehan se inclinó un poco hacia adelante, su mirada fija en Taesan.

- Sabes, me alegra mucho que hayas venido. Me gusta que vengas. - Confesó Leehan, con una sinceridad que hizo que el corazón de Taesan latiera con más fuerza.

Pudo sentir un calor en sus mejillas al escuchar esas palabras. Era un momento simple, pero lleno de significado, al menos para él.

- A mí me encanta venir, Leehan. - La voz de Taesan sonó más suave de lo que esperaba. - Cada vez que vengo aquí, me siento mejor. Entonces me seguirás teniendo aquí.

Leehan lo miró a los ojos, y por un instante, el mundo exterior se desvaneció. La conexión que compartían parecía palpable, como si ambos pudieran sentir el interés y la química en el aire. Aunque todavía no lo había admitido completamente, Taesan se dio cuenta de que su atracción hacia Leehan crecía cada vez más con cada interacción.

Con el tiempo, sus mensajes de texto diarios se convirtieron en una parte esencial de sus vidas, y cada respuesta de Leehan le hacía sentir más conectado. Se enviaban recomendaciones de libros y películas, compartían sus pensamientos más profundos y hacían planes para salir a explorar juntos. Cada vez que leía un mensaje de Leehan, una sonrisa se dibujaba en su rostro, y la anticipación de lo que vendría a continuación llenaba su corazón de esperanza.

Taesan sabía que estaba en un momento especial de su vida, donde la amistad se estaba transformando lentamente en algo más significativo.

O al menos eso quería pensar él.

Aunque aún había un camino por recorrer, se sentía emocionado por lo que el futuro podría traer, y por fin empezaba a creer que tal vez, solo tal vez, Leehan también podría sentir lo mismo por él.

Aunque aún había un camino por recorrer, se sentía emocionado por lo que el futuro podría traer, y por fin empezaba a creer que tal vez, solo tal vez, Leehan también podría sentir lo mismo por él

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coffee | gongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora