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Había llegado a la cafetería más temprano de lo habitual. Quería tener tiempo para organizar todo antes de que Taesan apareciera. Había algo en la idea de compartir aquel espacio con él que le llenaba de una anticipación que no había sentido antes.

Cómo si este lugar, que siempre había sido parte de su rutina, estuviera transformándose en algo más ahora.

El murmullo de las conversaciones y el aroma a café recién hecho llenaban el ambiente. Leehan se encontraba detrás del mostrador, ajustando las tazas y asegurándose de que la máquina de espresso estuviera perfecta.

Fue entonces cuando escuchó la inconfundible campanilla de la puerta. Levantó la vista y ahí estaba Taesan, cruzando la entrada con una sonrisa tranquila y su cabello desordenado por la brisa de la calle.

Leehan se inclinó sobre el mostrador, tratando de esconder su propia sonrisa. - Mira quién decidió madrugar. ¿A qué debo el honor?

- No podía perderme tu turno - Respondió Taesan con su tono despreocupado mientras se acercaba al mostrador. Apoyó un codo en el mármol, mirándolo con ese brillo en los ojos que siempre parecía desconcertarlo.

- ¿Turno? ¿O es que no puedes pasar un día sin tu café? - Replicó Leehan con un tono juguetón, buscando disimular la calidez que crecía en su pecho.

—Tal vez no sea ninguna de ellas. - Taesan dejó caer la broma como si no fuera gran cosa, pero Leehan notó el leve rubor en sus mejillas.

Después de intercambiar algunas palabras ligeras, la cafetería comenzó a llenarse, y Leehan tuvo que volver a su rutina.

Pero a medida que trabajaba, podía sentir la mirada de Taesan sobre él desde su mesa en la esquina. Entre clientes, sus ojos se encontraban brevemente, y la conexión era inmediata, como un lenguaje que solo ellos entendían.

Cuándo la tarde comenzó a calmarse y el flujo de clientes disminuyó, Leehan aprovechó la oportunidad para acercarse a la mesa de Taesan, llevando consigo dos tazas vacías y una sonrisa traviesa.

- ¿Qué te parece si hoy tú haces tu propio café? - Preguntó, inclinándose levemente sobre la mesa.

Taesan levantó una ceja, fingiendo incredulidad. - ¿Estás diciendo que no me vas a atender?

- Estoy diciendo que es hora de que aprendas algo útil. - Leehan lo tomó del brazo, tirando suavemente de él hasta el mostrador.

- Esto va a terminar en desastre - Murmuró Taesan mientras se colocaba junto a la máquina, observando cómo Leehan reunía los materiales necesarios.

- Confía en mí, soy un excelente profesor. - Leehan sonrió mientras le pasaba el portafiltro. - Primero, coloca el café aquí y presiónalo suavemente.

Las instrucciones continuaron mientras Leehan le mostraba cada paso. Taesan seguía sus indicaciones, aunque con movimientos torpes y algo de nerviosismo.

En un momento, Leehan colocó sus manos sobre las de él para corregir su postura, y ambos se detuvieron un instante, conscientes de la cercanía. El contacto era breve, pero suficiente para hacerlos sonreír.

- Ahora, intenta espumar la leche. - Leehan se apartó un poco, dándole espacio mientras Taesan tomaba la jarra.

- ¿Y si lo arruino? - Preguntó con una mezcla de broma y preocupación.

- Entonces, harás otro. - Leehan rió suavemente, cruzándose de brazos mientras lo observaba.

El resultado final fue un café que, aunque lejos de perfecto, tenía el toque único de Taesan. Leehan lo probó, levantando una ceja mientras saboreaba el primer sorbo.

coffee | gongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora