- Yo tampoco quiero perderte, Taesan - Respondió con su tono más firme esta vez. - Pero no sé si estoy listo para aceptar algo... no todavía - Admitió. - Pero... tampoco quiero dejar esto en el aire. No quiero que lo que tenemos se pierda por un momento de confusión o por algo que no entendemos del todo aún.
Taesan lo observó con una mezcla de comprensión y alivio. Había temido que su impulso hubiera destruido la conexión que ambos compartían, que el lazo que habían construido con tanta naturalidad ahora estuviera roto. Pero aunque Leehan no estaba preparado para definir nada, la idea de intentar entender juntos lo que sentían era suficiente para él.
- Entiendo, y no te estoy pidiendo que decidas nada ahora - Respondió suavemente, sintiendo que las tensiones entre ambos comenzaban a desvanecerse. - Solo quiero que volvamos a ser nosotros, sin esa incomodidad. Tal vez, mientras seguimos siendo quienes siempre hemos sido, puedo conocerte aún más mejor.
Leehan asintió, sus labios curvándose en una leve sonrisa, como si finalmente estuviera liberándose de una carga. La atmósfera entre ambos parecía aliviarse poco a poco, y una sensación de paz los envolvió mientras el sol comenzaba a hundirse detrás de las colinas, tiñendo el cielo de colores cálidos.
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Desde aquella conversación su relación volvió a fluir de la manera más natural y ligera posible. Con cada encuentro Leehan sentía cómo la incomodidad inicial se desvanecía, reemplazada por aquella misma familiaridad reconfortante que solo Taesan podía hacerle sentir. Tal vez esa falta de definiciones entre ellos era lo que hacía cada momento especial, permitiéndoles ser ellos mismos sin presiones. A medida que sus salidas se hicieron más frecuentes, Leehan comenzó a notar pequeños detalles en Taesan que lo hacían sonreír sin darse cuenta.
Sus encuentros comenzaron a variar de cafés compartidos a paseos por los parques, e incluso escapadas improvisadas para ver la ciudad desde una colina lejana. Había algo reconfortante en la simplicidad de esos momentos, como si el tiempo se detuviera solo para ellos. Taesan siempre encontraba alguna manera de sorprenderlo, ya sea con algún detalle que sabía que le gustaba o una invitación inesperada que transformaba cualquier día común en algo memorable.
Una tarde mientras caminaban por la ciudad, Taesan se detuvo frente a una floristería. Sin decir nada, entró y salió con una pequeña flor en la mano, una rosa blanca. Al entregársela, se encogió de hombros con una sonrisa suave y sin necesidad de explicación alguna. Para el menor fue un gesto tan simple, pero sintió su corazón latir más rápido.
Aquella flor era, de algún modo, la confirmación de que lo que había entre ellos era especial, aunque no tuviera un nombre claro. Aún.
Poco a poco, Leehan comenzó a darse cuenta de que cada momento que compartía con Taesan era un recordatorio de lo que había empezado a sentir. El roce casual de sus manos al caminar lado a lado, las miradas que parecían decir mucho más de lo que cualquiera de ellos se atrevía a expresar, y las risas compartidas que llenaban cualquier silencio. Ya no se trataba solo de la comodidad de estar con alguien a quien apreciaba, sino de la forma en que Taesan lo hacía sentir visto, especial.
En la cafetería donde trabajaba, Taesan también se volvió una presencia mucho más recurrente, más de lo que ya lo era.
Aunque Taesan decía que iba "solo para probar el café", ambos sabían que había algo más en sus visitas, desde un principio. Taesan se sentaba en la esquina junto a la ventana, donde podía observarlo mientras trabajaba, con una sonrisa que parecía estar siempre lista para él. En sus ratos libres, Leehan se acercaba a su mesa y se sentaba frente a él, sintiéndose cada vez más natural estar a su lado, casi como si estuvieran en una cita oculta entre las paredes del café.
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Una noche en particular, cuando Leehan estaba cerrando la cafetería, Taesan apareció inesperadamente. —¿Te acompaño a casa?—preguntó con una sonrisa fácil, como si fuera lo más natural del mundo. A pesar de que estaba agotado después de un día largo de trabajo, la idea de caminar con Taesan bajo las luces tenues de la ciudad lo llenó de una energía renovada.
Caminaron en silencio la mayor parte del camino, con Leehan sintiendo el calor de su cercanía a cada paso. De vez en cuándo intercambiaban alguna broma o comentario sobre el día pero en su mayoría, disfrutaban del silencio cómodo que compartían.
Para él, aquella caminata bajo las estrellas junto a Taesan fue suficiente para confirmar lo que había empezado a sentir. Cuándo llegaron frente a la puerta de su apartamento, se detuvo y lo miró por un instante junto a una una sonrisa suave curvando sus labios.
Taesan le devolvió la sonrisa, y, sin decir una palabra, le dio una palmada en el hombro antes de despedirse con un simple “ Nos vemos mañana ”. Fue un gesto pequeño, pero uno que Leehan atesoró.
Cada día que pasaban juntos Leehan sentía cómo algo en su interior crecía, algo que comenzaba a reconocer como verdadero interés, quizá incluso algo más profundo.
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coffee | gongfourz
Fanfictiona taesan le ha parecido lindo aquél atractivo mesero de la cafetería.