Capítulo 9

346 39 25
                                    

Catalina la observaba desde hacía varios minutos, mientras Betty permanecía inmersa en su trabajo frente al computador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Catalina la observaba desde hacía varios minutos, mientras Betty permanecía inmersa en su trabajo frente al computador. Sin embargo, sus ojos estaban perdidos, más allá de la pantalla, más allá de las paredes del apartamento. La brisa marina entraba por las ventanas, moviendo las cortinas y llenando el aire con el aroma salino de la costa. Era como si esa misma brisa acariciara las emociones que Betty había guardado durante tanto tiempo.

-¿En qué piensa, Betty? -Catalina rompió el silencio, curiosa y preocupada a la vez, por verla tan abstraída.

Betty parpadeó, volviendo al presente. Se quedó pensativa unos segundos, como si intentara hallar las palabras exactas para describir lo que sentía. Desde hacía días, había una inquietud que le revolvía el alma. Miró de nuevo hacia el mar, buscando respuestas en las olas que iban y venían, igual que sus pensamientos.

-¿Cuándo deberíamos regresar a Bogotá? -preguntó, finalmente, con la mirada fija en Catalina. Había algo más que tenía que decirle, algo que la había estado carcomiendo por dentro.

-En un par de días tendríamos que estar allí, tengo una reunión para un show musical -Catalina cerró el computador con un gesto suave, dándole toda su atención. Notaba algo diferente en Betty, el leve temblor en sus manos mientras jugaba con un bolígrafo, como buscando consuelo en el movimiento - ¿Hay algo que quiera decirme? -La voz de Catalina fue un bálsamo, una invitación a desahogarse sin miedo.

Betty tragó saliva, sus palabras tambaleaban en su mente antes de formarse en sus labios. Había tomado una decisión, pero aún no sabía cómo expresarla.

-No sé si quiero regresar, al menos por ahora -Finalmente, las palabras escaparon de sus labios como un susurro.

Catalina inclinó un poco la cabeza, sin perder el contacto visual. Sabía que esta confesión era algo importante. En el fondo, ya lo había intuido.

-Betty, no debe permitir que lo que vivió con Armando y Ecomoda la arrincone a tomar decisiones que no tomaría en circunstancias normales -dijo Catalina tranquilamente, pero con firmeza. Sabía lo mucho que Betty había sufrido, pero también sabía que no podía dejar que ese dolor dirigiera su vida -No debe vivir aquí solo para alejarse de todo lo que le recuerda a él.

Betty bajó la mirada un momento, algo dentro de ella había cambiado. Había encontrado una paz que nunca antes había conocido. Levantó la cabeza con determinación para poder explicarse.

-No es por eso, Catalina. Aquí siento que finalmente he encontrado lo que necesito -Su voz se volvió más segura, como si al decirlo en voz alta, reafirmara su decisión -Extraño a mi familia, claro, pero necesito vivir mi vida a mi manera, sentirme independiente, enfrentar mis propios desafíos. Esta ciudad... el mar... me hacen sentir libre. Y esa sensación no la había experimentado antes.

Catalina la observaba con una sonrisa dulce y comprensiva. Veía ante sí a una mujer diferente. La joven tímida y vulnerable que había conocido en el pasado estaba comenzando a transformarse, a emerger con una nueva fuerza. El dolor y la traición la habían golpeado, pero en lugar de destruirla, la habían empujado a buscar algo más, algo que la hiciera sentir plena.

Al final de este viaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora