Capítulo 11

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Aunque era domingo y estaba en el apartamento, Betty continuaba sumergida en su trabajo, revisando correos, ajustando balances y coordinando el equipo cuando el encargado del edificio dejó pasar por debajo de la puerta la correspondencia

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Aunque era domingo y estaba en el apartamento, Betty continuaba sumergida en su trabajo, revisando correos, ajustando balances y coordinando el equipo cuando el encargado del edificio dejó pasar por debajo de la puerta la correspondencia. Además de algunas facturas y publicidad, había una carta de Nicolás, apenas sacó el papel del sobre recordó lo que su amigo le había dicho, sus manos temblorosas sacaron una carta, con una caligrafía inconfundible en el sobre.


Armando.


Al verla, su corazón dio un vuelco. Esa sola palabra desencadenó un sinfín de emociones que había intentado enterrar desde su partida. Durante un momento, no supo si quería leerla o simplemente dejarla a un lado, ignorarla, como si así pudiera seguir protegiéndose de ese dolor que tanto esfuerzo le había costado aliviar. Aunque la dejó sobre la mesa de centro por varios minutos, no pudo resistir, sin perder más tiempo, comenzó a leer.


Betty:

No sé si podré encontrar las palabras correctas, o si estas líneas podrán transmitir siquiera una fracción de lo que siento en este momento. Mi corazón está destrozado, y la culpa me consume en cada instante desde que usted se fue. Desde que recibí aquella carta de sus abogados, haciéndome saber que conocía toda la verdad, mi vida ha sido un verdadero infierno.

Sé que no merezco su perdón, y no pretendo que estas palabras puedan reparar el daño que le hice. Pero necesito que sepa que lo que comenzó como un acto egoísta y cruel, se transformó en algo que nunca pude imaginar. Me enamoré de usted, Betty. Me enamoré de su inteligencia, de su bondad, de la fuerza que siempre demostró, incluso cuando yo no lo merecía. Me enamoré de usted, de la mujer increíble que es.

Desde que desapareció, cada día ha sido una tortura que no puedo describir con justicia. Me despierto cada mañana deseando que todo haya sido una pesadilla, pero la realidad siempre golpea más fuerte. La empresa, el trabajo, todo ha perdido sentido. Me siento vacío, como si la parte más importante de mí hubiera sido arrancada de raíz.

Revivo cada momento que compartimos, cada palabra, cada sonrisa, y el dolor de saber que lo eché a perder todo por mi traición me consume. No puedo dejar de odiarme por lo que hice, por cómo la lastimé. Si pudiera volver el tiempo atrás, lo haría sin dudar. Haría todo de manera diferente, sería el hombre que usted merecía desde el principio.

La amo, Betty. La amo con una intensidad que me asusta. Me siento morir sin usted. Cada día que pasa sin su sonrisa, sin el sonido de su voz, es un día más de castigo en este infierno que yo mismo creé. No sé cómo seguir viviendo sin usted, y estoy dispuesto a hacer lo que sea para remediar lo que hice. Quiero demostrarle que mi amor es verdadero, que jamás la lastimaría de nuevo.

Le suplico, Betty, por favor, aunque sea para decirme que ya no hay esperanza, le ruego que me conceda una oportunidad para hablar. Necesito verla, escuchar su voz, pedirle perdón cara a cara. Sé que no tengo derecho a pedirle nada, pero estoy desesperado. La extraño más de lo que puedo expresar, y mi vida no tiene sentido sin usted.

Al final de este viaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora