Capítulo 14

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Como todas las mañanas, lo primero que hizo Armando al llegar a la oficina fue encender el computador y revisar la correspondencia, se sorprendió al recibir una notificación en el iPhone, aun no eran ni las siete de la mañana

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Como todas las mañanas, lo primero que hizo Armando al llegar a la oficina fue encender el computador y revisar la correspondencia, se sorprendió al recibir una notificación en el iPhone, aun no eran ni las siete de la mañana.

¿Está ahí ingeniero?

Aquí estoy.

¿Tiene un tiempo para hablar de algo?

Armando al leer la notificación, una sonrisa suave se formó en sus labios. Era directa y precisa. Contestó casi de inmediato, sintiendo esa ligera emoción que lo envolvía cada vez que hablaban.

Todo el que necesite.

Se acomodó en su asiento, notando cómo su respiración se hacía un poco más profunda. Había algo especial en esas conversaciones, un intercambio que lo hacía sentirse conectado, comprendido, aunque nunca se hubieran visto en persona.

Acabo de recibir una propuesta de trabajo que estaba esperando por años. El dueño del estudio donde trabajo finalmente se retira y quiere que quede a cargo de todo.

Armando leyó el mensaje y una chispa de orgullo floreció en su pecho. Pero antes de contestar, su intuición lo detuvo. Había algo en la manera en que lo había escrito, algo más detrás de esas palabras.

Esa es una maravillosa noticia. ¿Pero?

Esperó unos segundos, observando la pantalla. Su felicitación, aunque sincera, parecía no haber sido suficiente para disipar las dudas que percibía en su tono.

Pero siento que es la peor noticia que podían darme.

La sonrisa de Armando se desvaneció un poco, sus dedos se detuvieron sobre el teléfono. Sabía que algo no cuadraba.

¿Lo dice en serio?

Le dio espacio para que se expresara, tratando de entender lo que ella realmente sentía detrás de esa contradicción.

¿Recuerda cuando le dije que no me sentía parte de este lugar?

Claro que lo recuerdo.

Armando se inclinó en la silla, su mente retrocedió a aquella conversación pasada. Recordaba perfectamente cómo ella había expresado su desconexión con el estudio, con la ciudad, con todo lo que tenía a su alrededor.

Después de esa conversación, le di muchas vueltas al tema. Comencé a fantasear con la idea de mudarme, de iniciar un pequeño estudio con mi nombre en el frente. Tomar casos pequeños, empezar desde cero, dándome a conocer como la abogada en la que me he convertido.

Sus palabras resonaron con una claridad que Armando podía sentir en su propio cuerpo. Sabía lo que significaba ese deseo de empezar algo propio, lo había vivido antes. Sintió un nudo formarse en su estómago.

Al final de este viaje.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora