Durante todo el vuelo, Betty se mantuvo en un silencio que no solo era externo, sino también interno, como si cada pensamiento que brotaba dentro de ella se desvaneciera en el mismo instante en que aparecía. No podía sostener una idea clara por mucho tiempo, todo parecía fluir en una marea de emociones encontradas. Lo que había sucedido en la playa con Michel le había dado una inesperada claridad sobre los sentimientos que durante tanto tiempo había tratado de ocultar. Michel, con su atención y cortesía, había servido como un espejo que reflejaba no lo que él sentía por ella, sino lo que ella realmente anhelaba, lo que se había negado a aceptar. No era él quien ocupaba su corazón, sino Armando.
Armando, quien durante meses había sido esa sombra que la seguía a todas partes, una presencia difusa que le recordaba constantemente el dolor de la traición y la humillación. Sin embargo, algo había cambiado. Ya no era solo una sombra, sino que podía ver su rostro con nitidez en su mente, recordar cada gesto, cada palabra que alguna vez compartieron. Incluso podía sentir su calor, ese calor que en otro tiempo la reconfortaba y que ahora parecía envolverla en un abrazo imaginario, como si él estuviera allí, a su lado, protegiéndola de su propio sufrimiento. ¿Cómo era posible que después de todo lo vivido aún pudiera sentir algo tan profundo por él? Se preguntaba si ese amor no había muerto con el engaño, sino que, de alguna forma, se había transformado.
Betty se encontraba ante una decisión ineludible. No podía seguir evadiendo la verdad, la verdad de lo que sentía y de lo que necesitaba saber. Estaba decidida. Iría a buscarlo. No solo quería, sino que necesitaba verlo, mirarlo a los ojos y preguntarle todo aquello que había guardado en su corazón durante tanto tiempo. ¿Eran reales las palabras de esa carta? ¿Armando Mendoza, ese hombre que había destrozado su confianza, realmente la amaba? O quizás lo que la había empujado a dejar todo atrás no había sido más que una cruel broma del destino, un amor falso que ella misma había idealizado. Pero, en el fondo, una pequeña esperanza persistía, una esperanza que la impulsaba hacia adelante, como si buscar respuestas fuera el último paso para liberarse completamente de él, o tal vez, para volver a él.
Betty se bajó del taxi que compartía con Catalina, con una pequeña maleta. Solo tenía algunas prendas para clima más frío, la mayoría de su nuevo guardarropa estaba pensado para clima caliente. Al sentir el aire frío al bajar del avión Catalina le prometió que dedicarían la próxima tarde a salir de compras.
Apenas cruzó la puerta de su casa, Betty sintió que el mundo se detenía por un instante. El familiar aroma a café recién hecho y a flores frescas que siempre adornaban el salón la envolvió como un suave recordatorio de todo lo que había dejado atrás. Era el olor de su hogar, de su infancia, de tardes tranquilas junto a sus padres. Ese aroma, cargado de memorias, se mezcló con una extraña sensación de nostalgia y alivio. Había estado lejos durante tanto tiempo, enfrentando su propio caos interno, que casi había olvidado la paz que esos pequeños detalles podían traerle. Respiró hondo, permitiendo que esos recuerdos la abrazaran antes de que sus padres siquiera tuvieran la oportunidad de hacerlo.
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Al final de este viaje.
FanfictionFANFIC: Historia basada en la novela "Yo soy Betty la fea" de Fernando Gaitán. Fuimos el amor perfecto en el tiempo equivocado.