Un Amor Tan Grande

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Caímos en el sofá cuando se nos acabó la pista de baile. El quedó encima de mí y sus labios otra vez se posaron sobre los míos. Esta vez no me aparté, seguí el movimiento y pude sentir la humedad de su boca con la mía. El olor del vino opacaba el verdadero sabor de sus labios.

Pero supe en ese instante que jamás olvidaría aquello. Esta vez, quien se apartó fue él. Dejándome con la respiración agitada. Se fue corriendo al baño como lo hice yo en su casa y me quedé en el sofá con mi intimidad ardiendo de deseos.

Se escuchó el agua de la ducha correr y supe entonces que se estaba dando una ducha para aplacar los bajos instintos. No pude quedarme en la sala. Mi curiosidad fue más fuerte que mi conciencia y comencé a espiarlo por una hendija que quedó abierta en la puerta del baño. A mí, llegaba el vapor del agua mezclado con su olor natural, y pude ver su silueta dibujada en la mampara del baño.

Entre murmullos, decía mi nombre, lo repetía como un mantra, mientras el agua lo recorría entero. Por momentos quise ser esa agua para poder explorar todo su ser. Mis mejillas se encendieron y el deseo estaba adueñándose de mí; no me atreví a moverme, no quería hacer ningún ruido. No puedo creer que él esté sintiendo lo mismo que yo. ¿En qué momento este sentimiento creció?

La ducha se cerró y yo corrí hasta la sala para que no me viera. Llegó a los dos minutos con la cabeza baja y con los cachetes rojos. Yo todavía no me recuperaba de la excitación y verlo con el pecho denudo me provocaba lujuria. Él se puso la camisa y se dirigió hasta el reproductor de música para tomar su teléfono.

-Tengo una noticia que darte-me dijo para aliviar la tensión sexual que vibraba en el ambiente. -Vamos a hacer un documental para Netflix durante la Próxima gira.

Aproveché la ocasión para Lanzarme sobre él y aferrarme a su cuello. Olía tan bien después de aquel baño.- ¡Hmm! que olor más rico tienes.- Esparcí besos por el cuello que lo dejaron en las nubes y yo estaba empapada en sudor y el calambre del lívido circulaba por mi cuerpo y descargaba toda su energía en mi clítoris que ya no aguantaba más la situación. Dije - ¡Que ilusión, Joaco! Así podremos interactuar más con nuestros seguidores. Ellos podrán ver nuestro trabajo detrás del escenario.

















El timbre de la casa sonó de repente matando la magia del momento. Abrí y era Alberto. Me espantó un beso en la boca y entró muy contento sin esperar mi invitación a pasar.

- Hola cuñado--vine a celebrar con mi reina lo bien que salió la entrevista.

Mi hermano esbozó una sonrisa triste y me miró.-¡ Bueno, hermana! Ya te traje hasta la casa y te dejo en buenas manos. Me voy porque tengo una esposa que reconquistar.

Aquellas palabras se clavaron en mí como un puñal. Sólo asentí y caminé hacia la puerta para despedirlo.

Le dije al oído mientras se acomodaba la camisa para salir al ascensor. - Tenemos que conversar de lo que sucedió hoy, mi corazón me está mandando señales que no puedo descifrar.

Él me dijo tajante - A mí me está pasando lo mismo. Me dio un apretón de manos y salió a caminar sin mirar atrás.


Por primera vez iba a estar sola con Alberto desde que volvimos. Me trajo unos bombones y una botella de vino. Yo ya había bebido un poco y me sentía más desinhibida. Metí un chocolate en mi boca y se lo ofrecí a Alberto con una mirada de gata en celo.

El vio su sueño hecho realidad después de 20 años de espera.
Comenzamos un beso apasionado con la mezcla del chocolate en nuestros paladares. Mi mente solo pensaba en Joaquín. ¿Cómo sería darle un beso así tan intenso? ¿Sabrán tan ricos como me los imagino? Me sabe mal que Alberto se esté llevando los besos que no le corresponden, hago mi mayor esfuerzo por no pensar en mi hermano pero es imposible. Este calentón solo lo podía sofocar él.

El amor nos tomó por sorpresa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora