Conversación definitiva

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Era tarde en la noche y a Rocío se le ocurrió ver una película. Estaba un poco turbada después de haber dormido con Joaquín en el cuarto de Mamá. Joaco parecía cansado y sus ojitos negros estaban adormilados, pero quisimos complacer a mi princesa.

La película era aburrida y la única realmente interesada en verla fue ella. Nosotros cuatro estábamos en un mundo aparte. Los largos silencios y las miradas acusadoras, estaban poniendo el ambiente tenso.
Cuando Rocío al fin se quedó dormida, Joaco intentó llevarla hasta el cuatro, pero Alberto lo detuvo y prefirió hacerlo él, como siempre había sido, le gustaba marcar territorio ante Joaquín. No demoró mucho y cuando estuvimos los cuatro solos en la sala, un gran aura negra de turbación se ciñó sobre nuestras cabezas. Las palabras de Viviana proclamaban el inicio de la conversación definitiva. El momento de decir la verdad había llegado, sin esperarnos nada, Joaquín y yo nos quedamos petrificados. No habíamos acordado ninguna excusas, ni mentira, para encubrir lo que estaba pasando entre nosotros.

Le lancé una mirada incrédula y me acomodé en el asiento, proyectando una seguridad que no sentía.

- ¿Cuál es la verdad? -Dije, retándola.

- Ustedes saben muy bien de lo que estoy hablando.-nos dijo señalándonos con el dedo.

- Si supiéramos, no tendría que preguntarte.

- Viviana, ¿Crees que te van a confesar algo? Dijo con sorna Alberto mientras ponía su mirada fija en Joaquín.

- Ustedes están muy raros. ¿Que es lo que tenemos que confesar?-fingió desconocimiento Joaquín.

- ¡Que son amantes! Dijeron a coro.

Un frío me recorrió la espalda y mis pies comenzaron a moverse impacientemente. Me acomodé el cabello y volteé mi cara haciéndole un gesto de desprecio a mi ex cuñada.

- ¡Qué ! ¿No van a responder nada? reclamó ella con los ojos encendidos de rabia.

- Es que es muy absurdo lo que estás diciendo, Viviana. No entiendo a qué viene esta locura ahora. Eso debe ser idea de este tipo- respondió Joaquín.

Alberto se puso de pie e invitó a Joaquín a enfrentarse a los puños. Él le correspondió y los dos quedaron frente a frente. Bufaban su odio y tenían los puños cerrados listos para el ataque.Viviana y yo tomamos cada una un bando y comenzamos a suplicar para que no se hicieran daño. Fueron momentos tensos, hasta que logramos sentarlos.

- Me sorprende saber que tengan valor para engañarnos a todos en la cara, pero para afrontar la verdad, sean tan cobardes. "Los amores cobardes, no llegan ni amores, ni a historias, se quedan allí"-nos reprochó Alberto.

- ¡Hasta se puso poeta, el idiota este!-Siguió provocando Joaquín.

- ¿Qué, no te gusta que te salga competencia? Te crees el mejor del mundo, ¿No?-le gritó Alberto.

Joaquín sonrió de lo patético que sonaba Alberto-Tú nunca has sido competencia para mí.-le soltó e hizo una mueca con su boca.

-¡Basta ya! - Grité en medio de los dos y bajé la cabeza.

Me giré para quedar frente a Alberto y me dispuse a hablar.-Creo que ha llegado el momento de hablar.

- ¿Que dices Gachi?

- ¡Basta Joaquín!, ellos tienen derecho a saber la verdad.
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Fue una conversación larga, dolorosa y en cierto modo, liberadora. No me importaba si me entendían o no, yo sólo quería despojarme de esta culpa. Joaquín solo reafirmaba mis palabras y poco a poco se fue acercando a mí, hasta que llegamos a estar tan juntos que yo podía escuchar lo acelerado que le latía el corazón. Viviana y Alberto nos miraban con profunda decepción.

El amor nos tomó por sorpresa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora