El viaje II: Hawái

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LUCÍA

Cuando desperté vi el rostro de Joaquín y supe que todo había sido real. Ahí estábamos los dos siendo felices, sin remordimientos ni culpas. El mundo exterior no existe para nosotros cuando estamos juntos. Esta noche pasada fue un tanto compleja y quedaron muchas cosas por aclarar, pero mi entendimiento con mi Joaco me hizo bien. Ahora podría afrontar las cosas de otra manera. Estaba dispuesta a todo por este amor.

Nos levantamos y cada uno fue hacia su lado de la suite. A pesar de lo ocurrido anoche, todavía no nos sentíamos preparados para ir más allá. Yo me alisté de prisa para poder comunicarme con Rocío.

Desde el lobby del hotel realicé una video llamada a mi hija. No hubo respuesta, intenté comunicarme con su padre, pero tampoco fue posible. Comencé a desesperarme y lo único que me vino a la mente fue llamar a mi niño bello; mi pancho querido.







Pancho

Después de lo sucedido anoche, la llamada de mi tía no me tomó por sorpresa. Es más, necesitaba su versión de los hechos para entender toda la historia. La atendí de inmediato y me llenó de alegría verla, a pesar de que su rostro denotaba preocupación. Me saludó desesperada y comenzó a preguntarme por Rochi.
Cuando vi su estado, rompí la promesa que le hice a mi prima, de no decirle nada a mi tía de lo sucedido ayer, pero no tengo el corazón de piedra para ver sufrir a mi segunda madre.

En la madrugada...

Eran las tres de la mañana cuando siento repiquetear mi teléfono muy insistentemente. Era mi prima Rocío, y me puse en alerta pensado que había pasado algo con ella. Del otro lado Ro, lloraba desconsoladamente y balbuceaba palabras que yo no entendía. Traté de calmarla para que me pudiera explicar.

Cuando por fin la pude entender, corrí a esa hora para el aeropuerto a esperar su llegada. Venía desde Uruguay, con Alberto muy afectado por lo que sucedió en la rueda de prensa con mi tía. Cuando la vi, me lancé sobre ella para abrazarla. Sus ojos estaban hinchados de llorar, me apretó fuerte entre sus brazos y suspiró de alivio. Alberto parecía un alma en pena, tenía la mirada perdida y sus gestos parecían en cámara lenta.

Durante el regreso a casa me explicaron en detalle todo lo ocurrido y yo no daba crédito a lo que escuchaba. No entendía como mi tía podía hacer eso, en realidad no creía que fuera capaz de hacerlo.
Llegamos y mi mamá nos estaba esperando. A ella también le preocupó mucho el estado de ánimo de Rocío. Entramos de inmediato y acomodamos a Alberto en el sofá. Mi madre se quedó con él mientras mi prima y yo nos retiramos al cuarto.

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-Tía, no te preocupes en vano. Rocío está aquí en Buenos Aires con nosotros. Ellos volvieron anoche y ahora están descansando. No la llames por ahora porque está muy afectada por lo sucedido.-la consolé.

Ella pareció entender mi punto y no insistió mucho, a pesar de que necesitaba urgentemente darle una explicación a mi prima. Nos quedamos en silencio unos segundos y lo dijimos todo con la mirada. Ella me hizo prometerle que iba a contarle todo lo que estuviera pasando y me advirtió que si después corroboraba que le había mentido, íbamos a tener problemas.









Pablo


Bajé al Lobby en la mañana y a la primera persona que veo es a Lucía. No sabía si acercarme o pasar desapercibido. Su actitud tan hostil me asustaba un poco. Ese odio tan visceral que vi en sus ojos anoche, no me dejó dormir.

El amor nos tomó por sorpresa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora