El amor nos tomó por sorpresa

La visita

Todo parecía tranquilo en las vidas de los Galán. Hasta que un nuevo acontecimiento removería la pasión prohibida que envolvía las almas de Joaquín y Lucía.
El mayor de los hermanitos, se quedó viviendo un tiempo en la casa de vacaciones. Ahí estaba alejado de todos y el ambiente acogedor de aquel lugar le permitía enfocarse en los nuevos proyectos.

Las llamadas misteriosas seguían, ahora con una frecuencia que amenazaba con convertirse en rutina. Las conversaciones eran cada vez más profundas y la afinidad aumentaba. Los últimos acontecimientos habían transformado la relación, de una simple coordialidad a una íntima amistad.

El momento del reencuentro había llegado. Se manejaba muchas excusas para el viaje, pero la más lógica, pero a la vez tonta justificación apareció, cuando Gloria encontró la tabla de surf y el ukulele que habían dejado sus amigos al regresar de Hawaii. Estaban tirados en un rincón de aquella mansión.

Joaquín estaba temeroso por las consecuencias que traería ese viaje para él. En estos momentos de sufrimiento y pérdida, la única que había estado a su lado era su amiga Gloria. Descubrió en ella a una confidente y por muchos días estuvo contándole la historia de su amor prohibido.
No le dijo el nombre, pero la describía constantemente. Le enumeraba sus cientos de virtudes y lloraba a través de la pantalla de la computadora cada vez que tenían un desencuentro con aquella mujer misteriosa.

La presencia de Gloria en Argentina pretendía saldar una deuda de gratitud. Ella quería demostrarle su apoyo, darle un abrazo y hacerlo sentir acompañado.

El día llegó, y el vuelo de Gloría llegaba a la Argentina, mientras que la mañana pintaba el cielo de gris anunciando una tormenta, Joaquín esperaba ansioso en la sala de estar cubriéndose con una gorra y unos lentes oscuros. No quería ser identificado por la prensa y pasar nuevamente por el escarnio público de hace unos meses. Gloria también vestía discretamente. Traía el cabello recogido en un moño y ropa holgada. Entre ellos casi no se reconocieron. Cuando se distinguieron se hicieron señas a lo lejos y comenzaron a caminar en la misma dirección. Joaquín la esperó con el carro en marcha en una de la calles laterales del aeropuerto. Ya dentro del auto pudieron saludarse tranquilamente.

- ¿Y mi tabla de surf?-Preguntó nervioso Joaquín.
- ¡Oye !primero se saluda,¡jajajaja! Cómo comprenderás, no iba a traer una tabla de surf por todo el aeropuerto. La intención era ser discreta y créeme, que andar con una tabla de surf en Buenos Aires es todo lo contrario.

- Lo sé, sólo bromeaba.-dijo apenado-¿ Cómo siguió Emilio de salud?

- Ya está mejor. No es recomendable que haga viajes largos,por eso no vino conmigo. Pero me animó a qué te viniera a ver. Él también se siente muy agradecido contigo.

- Bueno te voy a llevar a un lugar fantástico. No es tu hacienda en Hawaii, pero es mi lugar de descanso. Es la casa de nuestro Clan. Ahí hemos dejado el corazón, hemos reído y llorado. Hoy la siento como un refugio, porque me da paz y me aleja de todas las situaciones y personas con mala vibra.

Ya en la casa, se bajaron del auto y comenzaron a sacar el equipaje. A pesar de que Joaquín se encontraba solo en casa, el lugar lucía impecable. El jardín había sido podado recientemente y la piscina estaba óptima.
Con las tantas veces que Gloria había venido a Buenos Aires y nunca había visitado Santa Bárbara. Joaquín le mostró todo el lugar y la acomodó en uno de los cuartos.

-¿Cuando vas a contarle a Lucía que estoy aquí? Tengo ganas de verla.

- Ella está un poco atareada con los casos pendientes de Hogar. Además quisiera disfrutar un poco de tu compañía hasta que venga la loca de mi hermana y me robe tu atención.

- ¡Jajaja!¿ Y todo este tiempo que hablamos por teléfono, no cuenta?

- Si, pero yo no me conformo.