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Capítulo 28: La Ira del Comandante

La sala quedó en silencio después de la declaración de Roderich, como si el mundo mismo contuviera la respiración en anticipación de lo que vendría. El aire era denso, cargado de tensiones no expresadas, y cada uno de los presentes parecía estar al borde del colapso bajo el peso de la furia del comandante.

Roderich mantenía sus manos firmemente sujetas en el rostro de Alexai, su respiración pesada y su mirada oscura, como si estuviera conteniendo un torrente de emociones demasiado poderosas para controlarlas. Sus dedos se clavaban con fuerza en la piel suave de Alexai, haciendo que este apenas pudiera respirar. Las lágrimas continuaban cayendo de los ojos del omega, pero no había sonido, solo un profundo temblor en su cuerpo que traicionaba el terror absoluto que sentía.

Alexai estaba demasiado asustado para moverse, demasiado asustado para siquiera levantar la vista. Solo podía pensar en una cosa: ¿Por qué no me mató? Es por su hijo. Replicaba su mente

Su mente era un torbellino de pensamientos caóticos. Las palabras de Roderich resonaban una y otra vez en su cabeza: "Este omega es mío". La posesividad brutal y la promesa implícita de muerte para cualquiera que lo desobedeciera lo llenaban de un terror paralizante. Sabía que no importaba lo que dijera o hiciera; su destino estaba sellado, y cualquier intento de escapar sería inútil.

No hay salida… estoy atrapado… atrapado con este monstruo, pensó Alexai, su corazón latiendo con una fuerza tan intensa que temía que pudiera explotar. El dolor en su vientre se intensificaba con cada segundo, una punzada que le recordaba que no estaba solo en este sufrimiento. Su bebé, el fruto de su miedo y angustia, también compartía su tormento.

Roderich finalmente apartó su mano del rostro de Alexai, pero no fue un gesto de compasión. Sus ojos estaban llenos de rabia, de una furia primitiva que amenazaba con consumir todo a su alrededor. El comandante giró sobre sus talones, dirigiendo su atención a los soldados que permanecían rígidos, inmóviles como estatuas.

—¡Todos son incompetentes! —rugió, su voz reverberando en las paredes de la mansión—. ¡¿Cómo permitieron que esto sucediera?! ¿¡Cómo alguien tan débil pudo escapar de su vigilancia!? —Con un movimiento rápido, Roderich desenfundó su espada y la arrojó al suelo con furia, el metal resonando con un sonido metálico que hizo eco en los oídos de todos.

Nadie se atrevió a moverse. El miedo que tenían de Roderich superaba cualquier lógica o razón. Sabían que cualquier acción podría desencadenar un castigo implacable. Roderich se paseó como una bestia enjaulada, incapaz de contener su rabia.

—¡Ustedes me han fallado! —continuó, con su voz cargada de desprecio—. No merecen llamarse soldados. ¡Son inútiles!

Mientras tanto, Alexai, débil y asustado, trataba de recuperar el aliento. Su mente estaba completamente sumida en el miedo. Cada palabra que salía de la boca de Roderich era como un golpe directo a su alma, desgarrando lo poco que le quedaba de esperanza.

No lo haré... no sobreviviré a esto, pensó, cada pensamiento más sombrío que el anterior. Su cuerpo se sentía pesado, como si la gravedad misma conspirara en su contra. Pero aún más abrumador era el miedo que crecía dentro de él, un miedo que lo consumía por completo.

Roderich arrastró a Alexai sin mostrar el menor rastro de compasión. La presión de su mano en el brazo de Alexai era casi insoportable, como si quisiera aplastarlo. El terror recorría cada fibra del cuerpo de Alexai, haciéndolo tropezar mientras lo conducían hacia la habitación. No podía pensar, no podía reaccionar; el miedo había nublado todo en su mente, y el dolor lo mantenía en un estado de constante agonía.

El Lirio Y La Espada (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora