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Jimin observaba el atardecer desde el balcón del penthouse, una leve sonrisa jugando en sus labios mientras disfrutaba del aire fresco. En su mano, sostenía una taza de té, tomando pequeños sorbos mientras dejaba que el aroma calmante lo relajara. No podía evitar pensar en lo irónico que era todo. Su padre, había movido cielo y tierra para intentar arruinarlo, pero lo que su padre no sabía era que todas esas jugadas habían sido en vano. Jimin había estado preparado para ese día.

El sonido de la puerta del balcón deslizándose lo sacó de sus pensamientos. Era Yoongi, quien se acercó con una leve sonrisa, apoyándose en el marco de la puerta, mirándolo con una mezcla de curiosidad y ternura.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Yoongi suavemente, caminando hacia él y colocándose a su lado.

Jimin sonrió más ampliamente, apoyando la taza en la baranda del balcón.

—Tranquilo —respondió, con esa serenidad que siempre lo caracterizaba—. Sabía que esto iba a pasar tarde o temprano. No me sorprende lo que mi padre ha hecho.

Yoongi lo observó en silencio, notando la calma genuina en los ojos de Jimin. Era admirable cómo manejaba la situación, sin dejarse afectar por las acciones de su padre.

—Hoy congelaron mis tarjetas de crédito —continuó Jimin, casi riéndose—. Las que nunca uso, por cierto. También mandaron a recoger los autos que tampoco conduzco. Y por si fuera poco, me prohibieron el acceso a los hospitales de su red, a los que nunca he ido ni planeo ir.

Jimin dejó escapar una pequeña risa, como si todo el caos que su padre intentaba desatar fuera poco más que un inconveniente menor. Se giró hacia Yoongi, su sonrisa tranquila, casi burlona.

—No sé qué esperaba que lograra con eso —dijo, encogiéndose de hombros.

Yoongi, que estaba sentado en la mesa del comedor, miraba a Jimin con una mezcla de asombro y cariño. A pesar de todo lo que estaba pasando, Jimin no había perdido su esencia. Esa tranquilidad que tanto lo atraía seguía ahí, incluso en medio de los ataques de su propio padre.

—¿Y ahora qué piensas hacer? —preguntó Yoongi, aunque ya conocía la respuesta.

Jimin se acercó a él, apoyándose en la mesa y acariciando suavemente la mejilla de Yoongi.

—No tengo que hacer nada —respondió Jimin—. Él puede intentarlo todo, pero no tiene poder sobre lo que realmente importa.

Yoongi lo miró por un momento, asimilando esas palabras. Sabía que Jimin había tomado todas las precauciones necesarias para proteger a su familia. La casa en la que vivían estaba a nombre de Jungkook, al igual que el penthouse. La cafetería era de Yoongi, y Jimin no dependía en absoluto de los bienes de su padre. Había asegurado su independencia mucho antes de que esta guerra comenzara.

—Estamos protegidos, Yoongi —continuó Jimin, sus dedos recorriendo con ternura el rostro de su pareja—. Ni Seungwoo ni nadie puede hacernos daño. No con lo que hemos construido juntos.

Yoongi asintió lentamente, sabiendo que Jimin tenía razón. Aun así, no pudo evitar una pequeña preocupación en el fondo de su corazón. Había algo desgarrador en ver cómo Jimin tenía que lidiar con los ataques de su propio padre.

—Es tu familia —murmuró Yoongi en voz baja—. Sé que dices que no te afecta, pero...

—Él dejó de ser mi familia hace mucho tiempo —interrumpió Jimin, su tono firme pero calmado—. Mi familia eres tú y Jungkook. Eso es lo único que me importa.

Yoongi dejó escapar un suspiro, tomando la mano de Jimin y acariciándola suavemente.

—Te amo, Park Jimin —dijo finalmente, con una sonrisa suave—. Gracias por todo lo que haces por nosotros.

Jimin se inclinó y besó los labios de Yoongi, un gesto suave pero lleno de promesas y protección.

—Yo también te amo, Min Yoongi. Y no voy a dejar que nada ni nadie te toque. Ni a ti ni a nuestro hijo.

En ese momento, un ruido en el pasillo interrumpió la conversación. Jungkook apareció corriendo desde su habitación, con un juguete en la mano y una sonrisa radiante en el rostro.

—¡Papá Jimin! ¡Papá Yoongi! —gritó, saltando a los brazos de Jimin.

Jimin lo levantó con facilidad, riéndose ante la energía del niño.

—¿Qué pasa, pequeño? —le preguntó, mirando a Yoongi por un segundo con complicidad.

Jungkook se acurrucó en el cuello de Jimin, respondiendo con la misma alegría de siempre.

—Nada, solo quería estar con ustedes.

Yoongi rió suavemente y se acercó para abrazar a ambos. En ese momento, sintió que nada de lo que el señor Park intentara importaba. Su familia estaba a salvo, y eso era lo único que realmente necesitaba.

—Estamos juntos, y eso es lo único que importa —murmuró Yoongi, mirando a su pareja e hijo con una sonrisa tranquila.

Jimin asintió, besando la frente de Jungkook y luego los labios de Yoongi.

—Nada va a cambiar eso —dijo con seguridad—. Pase lo que pase.

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[ Somebody Does Love ] - JIMSU ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora